La larga y cada vez mayor crisis económica de Portugal y los sacrificios aún pendientes por su rescate financiero inflamaron hoy los actos del 39 aniversario de la revolución que instauró la democracia lusa.
Como si empuñaran talismanes para conjurar el desempleo y la recesión, decenas de miles de portugueses marcharon por el centro de Lisboa con claveles rojos en las manos mientras pedían a gritos la dimisión del Gobierno conservador.
En la calle, el aniversario de la Revolución de los Claveles, que acabó en 1974 con casi cinco décadas de dictadura salazarista, se convirtió en otra muestra de repudio a las políticas de austeridad del primer ministro, Pedro Passos Coelho.
Pero en la ceremonia oficial de la Asamblea Legislativa fue el jefe de Estado, el también conservador Aníbal Cavaco Silva, quien concentró los reproches de la oposición, que consideró su discurso un apoyo a la política del Ejecutivo y una clara toma de postura contra la celebración de elecciones anticipadas.
Con todo, Cavaco censuró en su discurso conmemorativo los "fallos" de las previsiones de la troika en el rescate financiero luso, y reconoció que ha generado "fatiga de austeridad" en la población y mayor desempleo y recesión de lo esperado.
El efecto recesivo de las medidas de austeridad fue "superior al previsto, probablemente por fallos en las estimaciones", sostuvo Cavaco, para quien "algunos de los presupuestos del programa no se revelaron ajustados a la evolución de la realidad".
La cuestión es si la troika, compuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión y el Banco Central Europeos "no los debería haber tenido en cuenta más pronto", se preguntó el presidente portugués al recordar que "las metas iniciales de déficit público resultaron imposibles y acabaron por ser revisadas".
Cavaco también abogó por "una reflexión serena y objetiva" sobre la ejecución del programa de asistencia financiera, admitió la dureza de los sacrificios pedidos a los portugueses y consideró "legítimas" sus dudas de que el esfuerzo haya servido para algo.
Pero advirtió de que Portugal debe cumplir sus compromisos y se mostró contrario a abrir una crisis política, lo que hizo reaccionar airadamente a las fuerzas de izquierda (con 98 de los 230 diputados) que piden con insistencia la renuncia del Ejecutivo.
El secretario general del Partido Comunista, Jerónimo de Sousa, le acusó de comportarse como un "primer ministro adjunto" y reproches similares le lanzaron los socialistas, principal fuerza de oposición.
En la marcha que desfiló poco después por la Avenida Liberdade abundaban las pancartas y lemas contra Passos Coelho y la troika, mientras que Cavaco, por su discurso, fue el más criticado en las declaraciones de los sindicalistas, políticos y ex militares revolucionarios.
"El pueblo es quien más manda" ("O povo é quem mais ordena"), recordaban muchos de los manifestantes, que exhibían esa frase en sus carteles o la resaltaban al entonar la letra de "Grandola vila morena", la canción que se convirtió en el himno de la Revolución del 25 de abril de 1974.
Además de los partidos de izquierda y los dos grandes sindicatos lusos, la CGTP (Confederación General de Trabajadores de Portugal) y la UGT (Unión General de Trabajadores), se sumaron a la marcha decenas de entidades cívicas y profesionales, los indignados y el movimiento "Que se lixe a troika" (que se fastidie la troika) organizador de dos de las mayores protestas de los últimos años.
La Asociación 25 de Abril, creada por los militares sublevados en 1974 y organizadora de los desfiles conmemorativos en las principales ciudades lusas, hizo en esta ocasión críticas muy duras a la situación económica y social y la destrucción de los valores y los logros democráticos de la Revolución.
El coronel José Luís Villalobos Filipe, que habló al final de la marcha, en la tribuna de honor, en nombre de la asociación, afirmó que Portugal vive "una emergencia nacional" y apeló a la unidad de todas las fuerzas democráticas para resolver los problemas del país. /EFE