Con colas, en ocasiones muy largas, colores, que contrastan con el negro de los chadores de muchas mujeres en los colegios electorales, y un calor agobiante que en Teherán llega a los 36 grados, los iraníes votan un nuevo presidente, que debe sustituir tras ocho años a Mahmud Ahmadineyad.
Este día santo de los musulmanes, Teherán está tranquila, aunque muchas tiendas están abiertas y la circulación es abundante cerca de los 6.000 colegios electorales abiertos en la capital, donde la Policía y los Voluntarios Islámicos (Basij) han establecido fuertes medidas de seguridad.
Los votantes pueden depositar sus sufragios en cualquier colegio y, en la huseiniya Ershad, una mezquita a la que tradicionalmente acude gente de todo Teherán, las colas de hombres y mujeres llegaban a la calle y rodeaban parte del edificio.
"Hay mucha gente, pero no es comparable a la que había en las anteriores presidenciales de 2009, cuando hubo un vuelco de votantes con (Mir Husein) Musavi, que representaba una esperanza real de cambio y ha acabado encarcelado", dice a Efe Faeque, una profesora de idiomas que no tiene intención de votar.
En todo caso, dentro de la mezquita, la diferencia es evidente con las legislativas de 2011, en las que los equipos de televisión, periodistas y agentes de seguridad eran muchos más que los votantes.
Mehrab, un joven de 26 años, que ha esperado dos horas afuera al sol y una más dentro para poder votar, dice a Efe que lo ha hecho "por amor a la patria", pues quiere que "Irán sea grande y vaya por el mundo con la cabeza alta".
En principio, se resiste y duda sobre si revelar su voto, aunque finalmente muestra la papeleta con el nombre del alcalde de Teherán, Mohamad Bagher Qalibaf, un ultraconservador pragmático con muchos seguidores en la capital.
Fatemeh y Reihane, madre e hija, cubiertas con el chador negro tradicional con el que se envuelven las iraníes, han acudido juntas a votar, también han esperado más de dos horas con esa ropa al sol y, para la primera, Qalibaf es también el favorito, mientras que Reihane prefiere al reformista moderado Hasan Rohani.
En medio dos "chadoríes" de negro, rellena su papeleta Mandana, que lleva la cabeza medio cubierta por un pañuelo lila, un manto verde, vaqueros y zapatillas deportivas amarillas, y que va a votar a Rohani "porque hay que elegir entre lo malo y lo peor", ya que lo que ella quiere es "una ventana para que acabe el régimen".
En el norte de Teherán, en el bazar de Tajrish, Yaber, el dueño de una mercería, dice con sorna: "¿Me ves a mí cara de votar? Todo eso es propaganda de ellos y para ellos", pues se siente fuera del régimen, mientras Said, el mercero de enfrente, asegura que ha votado muy temprano, y lo ha hecho por Qalibaf.
En el colegio instalado junto a la mezquita del mismo bazar, donde en las legislativas la cola era de apenas media docena de personas, son varias docenas y se sitúan junto al minarete, para aprovechar la poca sombra que hay a la una de la tarde.
Frente a la mezquita, en una tienda de especias, repleta de olor y color, dos de los dependientes recelan y no opinan sobre las elecciones o sobre si van a votar: "No tuve tiempo", se excusa uno, y "no he llegado a la edad de votar", asegura el otro, que no baja de los 30 años.
En el centro de la ciudad, la mayoría de los colegios tienen afluencia de votantes, pero no demasiada, como es el caso de la mezquita de Al Yabad, en la plaza de Hafte Tir: "Tenemos mucha confianza en Rohani, esperamos muchas cosas, pero no sabemos si se lo permitirán", dice allí a Efe Roghieh.
Detrás de ella en la misma cola, Mohsen exclama: "Si no se presentase Rohani, no habría colas", y explica que solo el deseo de una apertura y ver cómo cambia o desaparece el régimen islámico ha llevado a muchos a votar al candidato reformista moderado.
En una zona popular del este de Teherán, en la plaza Haft Houz, en la mezquita Al Nabi del barrio, los hombres votan por una de las puertas y soportan también una cola de más de horas, como explica Mahmud, que como los que están junto a él no quiere hacer comentarios.
Del otro lado, la cola de las mujeres es mucho más corta y sólo hay que esperar "una media hora", explica Nahid, la única de la veintena de mujeres que hay dentro del colegio que no lleva chador y viste con colores vivos.
Nahid va a votar a Rohani y, junto a ella, Omolvanin es la única votante que en la capital confiesa hoy a Efe que ha votado a Ali Akbar Velayati, un ultraconservador principalista muy próximo al líder supremo, Ali Jamanei.
En casi cuatro horas de recorrido por colegios, plazas y mercados, nadie se manifiesta hoy en Teherán partidario de los ultraconservadores principalistas Said Jalili y Mohsen Rezai ni del tecnócrata Mohamed Gharazi y las preferencias, al menos aparentemente, se decantan por Rohani y Qalibaf. EFE