EFE
Quince años después de los ataques del 11 de septiembre, los musulmanes de Nueva York siguen haciendo frente a episodios de violencia contra sus mezquitas, así como al discurso de odio en su contra del candidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump.
El último ataque contra un centro islámico, a principios de agosto, fue la muerte a tiros a plena luz del día del imán Maulama Akonjee, de 55 años, y a su ayudante Thara Uddin, de 64, cerca de la mezquita Al Furqan Jame Masjid, en el barrio Ozone Park, en Queens.
Un ataque que desafortunadamente no sorprendió al imán del Albanian Islamic Cultural Center, de Staten Island, Tahir Kukiqi, que explicó a EFE que sufrió un intento de agresión frente a su mezquita el pasado junio.
Tras ese incidente se reforzó la seguridad en la mezquita, un apoyo que volverá a desplegarse este domingo al cumplirse el décimo quinto aniversario de los atentados del 11 de septiembre.
El imán lamentó que se relacione a los musulmanes con los terroristas, un vínculo que tilda de “injusto”, “mentira” y “falsedad”.
Como cada año, coincidiendo con el aniversario del peor atentado sufrido en la ciudad de Nueva York, en sus oraciones estarán presentes las víctimas del 11-S.
“Islamofobia”. Preguntado el imán sobre la “islamofobia” que asegura existe en EE.UU., se refirió a Donald Trump, pero también quiso señalar que detrás del magnate neoyorquino “hay mucha gente”.
Para Enamul Upal, un bangladeshí, de 40 años, que lleva exactamente quince en la Gran Manzana, “hay que distinguir entre los políticos y la gente de la calle”, cuando se habla del trato a los musulmanes.
“Yo nunca he tenido ningún problema. Es más, siempre que he ido a algún sitio y he dicho que soy musulmán, me han ayudado”, explicó a EFE, desde su puesto de venta frente a la mezquita de la calle 96 con la tercera avenida, en el Upper East Side.
Upal lamenta que todavía se relacione el Islam con el terrorismo, porque “el Corán deja bien claro que no se ha de matar a gente inocente”.
“Por eso condenamos los atentados de la forma más dura posible”, agregó.
En los últimos años se han reproducido ataques a mezquitas tanto en Nueva York como en el resto del país. Unos episodios que han aumentado especialmente en el último año, tras los atentados de París y Bruselas, así como la matanza de San Bernardino y un club nocturno en Orlando, ambos perpetrados, presuntamente, por musulmanes.
¿Musulmanes discriminados? Según una encuesta de CBS News, el 60% de los musulmanes dijo sufrir discriminación por razón de su credo, aunque formen parte de casi toda las comunidades del país, de las administraciones y de las propias fuerzas de seguridad.
Coincidiendo con el asesinato del imán de Queens, el alcalde de Nueva York Bill de Blasio recordó, hace unos días, que 900 policías de la ciudad son musulmanes estadounidenses.
Actualmente, según un estudio del Journey Data Center, entre 400.000 y 800.000 personas de la zona metropolitana de Nueva York se identifican como de religión islámica.
Aunque en los últimos 15 años esa población ha crecido por encima del 70%, el aumento en Nueva York está por debajo de esa cifra.La presencia de musulmanes en Nueva York se remonta varios siglos atrás.
Tal y como existe Chinatown o Little Italy, existió un Little Syria, en Nueva York, desde finales del siglo XIX, y hasta bien entrado el XX.
Se situó en la confluencia de Washington Street y Rector Street, paradójicamente a cien metros del World Trade Center, y representaba en su día uno de los barrios más vibrantes de la ciudad, además de ser entonces el único sitio de Manhattan donde se podía comprar pistachos y otros productos de Oriente Medio.
Esa comunidad desapareció, sin embargo, cuando se construyeron las rampas de entrada a las autovías del túnel a Brooklyn.
El próximo lunes los musulmanes de Nueva York celebrarán como el resto del mundo la fiesta del sacrificio, el Aid al Adha, cuya fecha, marcada por la Luna, a punto ha estado de coincidir con el principal día de duelo en la historia reciente de EE.UU.
Washington no olvida. Militares, congresistas y funcionarios de Washington recordaron ayer, con minutos de silencio, los atentados del 11 de septiembre de 2001 que golpearon a la ciudad de Nueva York, al Pentágono y sumieron en el pánico el centro de poder estadounidense.
Los empleados del Pentágono se reunieron hoy en el patio central del gigantesco complejo del Departamento de Defensa para conmemorar a los fallecidos en el ataque contra el edificio el 11 de septiembre de aquel año.
El impacto del vuelo 77, de American Airlines, causó la muerte de 184 personas, la mayor parte empleados del Departamento de Defensa con oficinas en la cara oeste del Pentágono.
Coraje. El subsecretario de Defensa, Bob Work, recordó el “coraje” y “espíritu de servicio” de los empleados de Defensa, que pese a perder a compañeros comenzaron inmediatamente a trabajar ante lo que rápidamente quedó claro que era el mayor ataque contra territorio estadounidense.
Jeff Davis, uno de los portavoces del Pentágono, recordó ayer cómo sus compañeros organizaron una rueda de prensa mientras partes del edificio aún estaban en llamas y se siguió trabajando pese al trauma del atentado, ante lo que consideraron desde un comienzo como una declaración de guerra por parte de los terroristas.
“Con el edificio en llamas, los pasillos llenos de humo y con supervivientes y víctimas aún siendo arrastrados fuera de los escombros, los miembros de la oficina del secretario de Defensa (…) realizaron una importante rueda de prensa para demostrar que estábamos operativos, que las Fuerzas Armadas estaban funcionando y que nuestro país estaba listo para la guerra”, indicó Davis.
Al otro lado del río Potomac, en el Departamento de Justicia, la fiscal general Loretta Lynch lideró un minuto de silenció e inauguró una placa en honor a las víctimas de los ataques terroristas.