EFE
El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz recomendó hoy a las autoridades de Puerto Rico que centren esfuerzos en reducir el precio de la electricidad, que está entre los más altos del mundo y lastra la economía de una isla que acumula más de siete años de recesión.
"No hay una varita mágica que te pueda decir exactamente qué mejorar, pero se pueden hacer cosas a corto y largo plazo", dijo Stiglitz ante un grupo de periodistas tras participar como invitado especial de la Conferencia Anual del Centro para una Nueva Economía (CNE) de Puerto Rico.
El también profesor de la Universidad de Columbia ofreció hoy varias conferencias en una isla que acaba de sufrir la degradación de su calificación crediticia hasta el grado especulativo.
En su opinión, el Gobierno de Puerto Rico es "consciente" de los problemas económicos que enfrenta, que en su opinión, están también relacionados con su peculiar relación política con EE.UU., del que es un Estado Libre Asociado (ELA).
Si Puerto Rico quiere volver a la senda del crecimiento económico, Stiglitz cree que en este sentido debe tener "mayor flexibilidad" en sus decisiones económicas, para no depender tanto de EE.UU., y puso el ejemplo del enorme avance que logró Singapur, tras independizarse en 1963 del Reino Unido.
Puerto Rico es un territorio estadounidense desde 1898 con un importante grado de autonomía frente a Washington, que, no obstante, se reserva los renglones de defensa, fronteras y relaciones exteriores, entre otros.
Stiglitz, quien antes de participar en la actividad del CNE había ofrecido una conferencia en la Universidad de Puerto Rico (UPR), admitió que le es "difícil de entender" por qué el costo de la luz en la isla es tan caro existiendo la posibilidad de utilizar el sol como fuente energética.
Según el Gobierno de Puerto Rico, durante el cuatrienio pasado el costo por kilovatio hora pasó de 21 centavos de dólar en 2009 a cerca de 30 centavos en 2012, frente al precio medio de 12,6 centavos de EE.UU.
El objetivo de la Administración de Alejandro García Padilla es que en dos años se logre un alivio energético que garantice un costo de producción de 10 centavos por kilovatio hora, ya sea a través de la Autoridad de Energía Eléctrica o por medio de la llegada al mercado de generación de compañías privadas.
En ese plazo de dos años, el 60 % de la energía producida en Puerto Rico debe provenir de gas natural y energías renovables, además de que el valor por kilovatio hora para el consumidor se sitúe cercano a los 16 o 17 centavos de dólar.
Para Stiglitz, no fue ninguna sorpresa que las principales agencias de calificadoras, Standard & Poors, Fitch y Moody’s, degradaran a comienzos de mes la nota que le ponen a la deuda de Puerto Rico para sacarla del grado de inversión y relegarla al nivel reservado a los bonos "basura" o "chatarra".
"Eso no fue noticia porque ya se esperaba que ocurriera. Y esas noticias las dieron unas casas acreditadoras que en un pasado ya fueron señalas como corruptas", resaltó, tras criticar también que en Puerto Rico, como en EE.UU., se dé prioridad al pago de la deuda ante cualquier otro compromiso.
Según dijo, EE.UU. es uno de los pocos países en que, ante situaciones económicas difíciles, el Estado está obligado a pagar sus deudas con sus acreedores antes de satisfacer las necesidades del pueblo.
En su ponencia organizada por el CNE y a la que acudieron unas 200 personas, Stiglitz criticó que en 2008 la gente pensaba que era factible copiar el plan económico de EE.UU., cuando en realidad era un fracaso y aún sigue siéndolo, según dijo el reconocido economista.
"El ingreso medio ahora es menor que el de hace 25 años. No hemos visto ningún tipo de aumento en ese ingreso desde hace varias décadas", dijo el premio Nobel de Economía en 2001.
Stiglitz es conocido por su visión crítica de la globalización, de los economistas de libre mercado y de algunas de las instituciones internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
En 2000 fundó la Iniciativa para el Diálogo Político, un centro de estudios de desarrollo internacional con base en la Universidad de Columbia y desde 2005 dirige el Instituto Brooks para la Pobreza Mundial de la Universidad de Mánchester.