El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, inicia esta semana una gira por una América Latina a la que Washington ya no ve meramente como fuente de problemas de seguridad y narcotráfico, sino también como una región cada vez más llena de posibilidades comerciales y económicas.
La Casa Blanca ha dejado claro que aunque la seguridad y la lucha contra el narcotráfico siguen estando entre las prioridades de Estados Unidos cuando mira hacia el sur, la segunda gira latinoamericana de Obama después de la que hizo en 2011, y que lo llevará a México y Costa Rica del 2 al 4 de mayo, pretende también revisar la agenda económica y comercial con una región que reviste crecientes posibilidades de negocios.
"Quiero asegurarme de que les comunicamos a algunos de nuestros más estrechos amigos y socios nuestro interés en temas no sólo de seguridad, sino en las increíbles oportunidades económicas, de comercio o energía que podemos tener", ha declarado Obama.
Ante una economía estadounidense que sigue luchando para recuperarse y crear empleos, una región como la latinoamericana, que en su conjunto crecerá un 3,4 por ciento según los últimos pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), constituye un atractivo -y cercano- mercado para un Estados Unidos que además quiere evitar que se expanda más aún la influencia china en lo que sigue considerando su "patio trasero".
Al recibir al canciller mexicano, José Antonio Meade, la semana pasada, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, aseguró que Obama le ha dado instrucciones claras de ampliar esta agenda.
Obama "me ha pedido que me centre en ver cómo podemos reforzar nuestras alianzas económicas en América Latina y en Centroamérica" porque "no quiere definir su relación en el contexto de la seguridad o del narcotráfico" sino de forma "mucho más amplia, en el contexto de las necesidades económicas de nuestros ciudadanos y de nuestra capacidad de hacer más en el frente económico", explicó.
Sus palabras han sido bien recibidas por un México en manos de un nuevo gobierno y partido, el de Enrique Peña Nieto, que trata de distanciarse de la guerra al narcotráfico declarada por su antecesor, Felipe Calderón, y que tantas víctimas y sangre ha costado.
Según dijo en Washington el secretario de Gobernación mexicano, Miguel Ángel Osorio Chong, su país busca una relación de "iguales" con Estados Unidos basada en una premisa sencilla: "México necesita de Estados Unidos, pero Estados Unidos también necesita de México".
A pesar sin embargo de los deseos mutuos de ampliar agenda, la seguridad seguirá estando muy presente, según el presidente del Diálogo Interamericano, Michael Shifter.
"No es sorprendente que Peña Nieto quiera cambiar la narrativa que dominó el periodo de Calderón, pero la realidad importa y si la situación de seguridad no mejora, no será posible barrerlo bajo la alfombra", dijo a la agencia dpa. "Obama accederá a vender el mensaje económico, pero también expresará que se tienen que hacer avances en el frente de seguridad".
Bajo el brazo como éxito, o al menos como prometedor proyecto, Obama llevará además a México y Costa Rica los avances en materia de reforma migratoria, una histórica demanda de la región.
Pero por muy bien que sean recibidos los esfuerzos migratorios y de inversión económica en la región, los mandatarios centroamericanos que se reunirán con Obama ya han anunciado que le dejarán claro a su colega estadounidense en Costa Rica que esperan más de Washington, sobre todo en cuanto a seguridad y lucha contra el narcotráfico en que tanto ha insistido durante años la Casa Blanca.
"Coincidimos en que mientras no haya un mayor involucramiento del principal mercado consumidor de la droga, la lucha contra la narcoactividad y el crimen organizado no será lo suficiente que esperamos ni se traducirá en los resultados que esperamos", advirtió el salvadoreño Mauricio Funes hace una semana en Washington.
También Nicaragua ha dicho que viaja a la cita en San José con la intención de reclamar un mayor financiamiento a la lucha antinarcóticos en Centroamérica.
Un punto que se prevé conflictivo es el cambio de "enfoque" en materia de estrategia contra las drogas que reclamará en nombre de la región la presidenta anfitriona, Laura Chinchilla.
Un año atrás, en la Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias donde Obama vio por última vez a todos sus colegas centroamericanos, el mandatario estadounidense logró sacudirse las presiones declarándose abierto a "dialogar" sobre la vía de la legalización de algunas drogas, aunque sin hacer un mayor compromiso.
Algo que según Shifter ahora no bastará.
"Obama va a tener que ir más allá y comprometer a Estados Unidos en una búsqueda seria de alternativas a una política que no ha funcionado y que está contribuyendo a profundizar la inseguridad en Centroamérica", sostuvo./DPA