Estados Unidos acelera para mantener el ritmo de la redoblada actividad en la otrora somnolienta frontera ártica, pero está lejos de encabezar los esfuerzos.
Naciones a lo largo y ancho del mundo se apresuran a reivindicar derechos a los recursos del Ártico, que podría albergar el 13% del petróleo sin descubrir en el planeta y el 30% del gas natural sin explotar. Existen crecientes riquezas pesqueras y minerales ocultos. Cruceros llenos de turistas navegan cada vez más las gélidas aguas del Ártico. El tráfico de carga a lo largo de la Ruta del Mar del Norte, uno de los dos atajos en la parte superior de la Tierra durante el verano, está en aumento.
Estados Unidos, que asume la presidencia rotativa de dos años del Consejo Ártico de ocho naciones en el 2015, no ha ignorado la región, pero los críticos dicen que Washington va a la zaga de los otros siete miembros: Rusia, Noruega, Suecia, Finlandia, Islandia, Canadá y Dinamarca —a través del territorio semiautónomo de Groenlandia_.
"Comparados con las otras naciones del Ártico, estamos rezagados en nuestro pensamiento y nuestra visión", dijo la senadora Lisa Murkowski, republicana por Alaska. "Nos falta infraestructura básica, los compromisos básicos de financiación para estar preparados para el nivel de actividad que se espera en el Ártico".
En una reunión antes del Día de Acción de Gracias con el secretario de Estado, John Kerry, Murkowski sugirió nombrar un embajador o enviado estadounidense al Ártico: alguien que pudiera coordinar el trabajo sobre el Ártico que realizan más de 20 agencias federales y tomar la iniciativa para aumentar las actividades estadounidenses en la región.
Murkowski intenta que los estadounidenses dejen de pensar que el Ártico es un problema exclusivo de Alaska. "La gente en Iowa y Nueva Hampshire debe ver a Estados Unidos como una nación ártica. De lo contrario, cuando hables de financiación nunca vas a llegar allí", dijo Murkowski. Añadió que incluso los países no árticos están profundamente comprometidos: "India y China están invirtiendo en rompehielos".
Estados Unidos tiene tres envejecidos rompehielos.
El derretimiento del Ártico también está creando un nuevo frente en las preocupaciones de seguridad de Estados Unidos.
El mes pasado, el presidente ruso Vladimir Putin dijo que la expansión de la presencia militar de Rusia en el Ártico era una prioridad para las fuerzas armadas de su país. Moscú el año pasado comenzó a recuperar una base de la era soviética en las Islas de Nueva Siberia y se ha comprometido a restaurar un número de bases aéreas militares en el Ártico que cayeron en el olvido tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Putin dijo que no prevé un conflicto entre Rusia y Estados Unidos, y los dos países han llamado a mantener el Ártico como una zona pacífica. Sin embargo, agregó: "Los expertos saben muy bien que a los misiles estadounidenses les toma 15 a 16 minutos alcanzar Moscú desde el Mar de Barents", que es una parte del Océano Ártico cerca de la costa de Rusia.
Si bien la amenaza de la militarización se mantiene, la batalla en estos momentos está en el nivel económico, ya que los países compiten por el petróleo, el gas y otros minerales, incluyendo los metales de Tierras Raras utilizados para fabricar productos de alta tecnología como los teléfonos móviles. También hay disputas con grupos ambientalistas que se oponen a la exploración energética en la región: Rusia arrestó a 30 miembros de la tripulación de un barco de Greenpeace en septiembre después de una protesta en el Ártico.
China firmó un acuerdo de libre comercio con la pequeña Islandia este año, una señal de que el gigante asiático está muy interesado en los recursos del Ártico. Y Rusia tiene la esperanza de que la Ruta del Mar del Norte, donde el tráfico aumentó de cuatro embarcaciones en 2010 a 71 este año, algún día podría ser una ruta transpolar que rivalice con el Canal de Suez.
En Estados Unidos, el gobierno de Barack Obama adelanta consultas con funcionarios gubernamentales y autoridades empresariales y ambientales, así como con el estado de Alaska, a fin de desarrollar un plan para implementar la estrategia estadounidense para el Ártico que el presidente dio a conocer hace siete meses.
Sin embargo, los críticos dicen que Washington necesita respaldar los documentos de estrategia con planes más precisos, además de financiación. Con el país todavía pagando por dos guerras, la idea de gastar dinero en un área considerada como una amenaza a la seguridad baja hace que el Ártico sea aún más difícil de vender.
"El problema con todas estas estrategias es que son absolutamente silenciosas en materia presupuestaria", dijo Heather Conley, experta en el Ártico del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Estados Unidos necesita helicópteros, pistas de aterrizaje, instalaciones portuarias y carreteras en el Ártico, dijo, además de mejor alojamiento en pequeños pueblos costeros que tienen una escasez de camas y estarían mal equipados para manejar la afluencia de turistas de un crucero averiado.
La batalla de la financiación a menudo se concentra en los rompehielos. La Guardia Costera tiene tres: el mediano Healy, que se utiliza sobre todo para expediciones científicas, y dos rompehielos pesados, el Polar Sea y el Polar Star.
Los dos rompehielos pesados fueron construidos en la década de 1970 y ya superaron su vida útil de 30 años. Sin embargo, al Polar Star le hicieron recientemente una reparación de 57 millones de dólares, lo sometieron a pruebas en el Ártico este verano y actualmente está desplegado en la Antártida. Unos 8 millones de dólares fueron asignados para estudiar la posibilidad de construir un nuevo rompehielos, lo que tardaría casi una década y costaría más de mil millones de dólares. Mientras tanto, los legisladores de Washington y Alaska quieren que el Congreso recupere también el Polar Sea.
"Medio siglo después de competir con los rusos en la carrera a la luna, Estados Unidos a duras penas está preparado en la carrera internacional para asegurar los intereses en el Ártico. Rusia, Canadá y otras naciones están invirtiendo fuertemente", escribió el representante demócrata Rick Larsen en un artículo de opinión publicado a principios de este mes. "Estamos rezagados y rezagándonos más". /AP