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De nada les ha valido que las FARC realizaran la entrega, certificada por Naciones Unidas, de 7.132 armas, ni que 6.804 de sus integrantes se hayan desmovilizado. La mayoría de los colombianos, al menos por lo que dicen las encuestas, aún no le creen al acuerdo de paz firmado entre dicha organización y el Gobierno de este país, aún cuando el exgrupo guerrillero hoy se presente como un nuevo movimiento político, que por decisión de sus directivas lleva las mismas iniciales que lo identificaron en su lucha armada.
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A finales de agosto pasado, la encuesta Gallup, una de las más reconocidas del país, les preguntó a 1.200 colombianos si en su concepto, “¿la implementación del acuerdo entre el Gobierno de Santos con las FARC va por buen camino o por mal camino?”. El 61% respondió que iba por mal camino, ante un 34% que pensó lo contrario; la misma pregunta, en diciembre de 2016, marcó un 51%-43%, reflejando una tendencia pesimista que viene al alza en los últimos ocho meses.
¿A qué se debe este inconformismo? El filósofo y magíster en filosofía política Jorge Alberto Giraldo considera que la impopularidad que han tenido las Farc en los últimos 40 años como consecuencia del daño que le causaron a la población con su actividad terrorista, es causa para que muchos de quienes responden de forma negativa desconfíen de su desarme y desmovilización.
Otro aspecto que resalta Giraldo es la polarización política por la que atraviesa Colombia, que conlleva a que muchos que se ubican en la oposición desconozcan dichas concesiones hechas por las Farc.
En una columna publicada en junio pasado en el diario El Espectador, el escritor y profesor Darío Acevedo Carmona, crítico de las negociaciones entre el Gobierno y las Farc, expresó lo siguiente:
“No han entregado los menores de sus filas que son miles, no quieren desestructurar su formación jerárquica militar, no quieren entregar sus bienes, no soportan la menor crítica, vetan al Fiscal central, a magistrados, a las Cortes, a congresistas y se ufanan de haber entregado a la misión de la ONU, cuyo papel no genera confianza, el 30% de sus armas sin una foto o video de sustento, sin testigos independientes, y quieren que la opinión les crea y se dé por satisfecha como si el cumplimiento de un compromiso puntual fuese suficiente para borrar el desastre institucional y constitucional provocado por las tres fuentes del descontento: el proceso de negociación, los contenidos inconstitucionales del acuerdo final y su implementación”.
– Una voz con poco empuje
Tratando de contrarrestar la opinión desfavorable, el presidente Juan Manuel Santos ha insistido en varias de sus apariciones públicas de resaltar los logros del acuerdo, pero de nada han valido sus palabras.
Quizá el momento en que más enérgico ante la adversidad se le vio fue en junio de este año, cuando las Farc, en un acto simbólico en el departamento del Cauca, realizaron la entrega del 30% de su armamento a las Naciones Unidas.
Ese día Santos declaró: “Es lógico que después de tantos años de conflicto haya desconfianza, pero tenemos que ir destruyendo esa desconfianza. A las partes les digo que todo se está cumpliendo: empezando por la parte normativa, aunque es verdad que hay algunos atrasos, como con la Ley Estatutaria de la JEP.
En los otros frentes también hemos avanzado, por ejemplo, con los planes de desarrollo con enfoque territorial que empezarán a funcionar a partir del 15 de julio y que a zonas apartadas van a llevar progreso y presencia del Estado”.
2017-09-19