La concesión de los Juegos de 2020 a Tokio, en detrimento de Estambul y de Madrid, y la elección del alemán Thomas Bach como nuevo presidente del COI han marcado, desde el punto de vista olímpico, el año que termina.
Madrid y Tokio ya habían sido aspirantes a organizar los Juegos de 2016 y ambas llegaban a la elección del 9 de septiembre en Buenos Aires como favoritas respecto a la ciudad turca, aparentemente perjudicada por el inestable clima político en Turquía.
Los escapes radiactivos en Fukushima y la crisis económica española hacían imprevisible la elección, pues ninguna opción era perfecta.
La primera en caer fue la capital española, que se encontró con la desagradable sorpresa de empatar en la ronda inicial con Estambul a 26 votos.
El desempate se decidió a favor de Estambul (49-45), ciudad que luego fue derrotada ampliamente por Tokio (60-36), la gran triunfadora de la jornada electoral.
Poco ha tardado, sin embargo, en seguir la pauta habitual en toda ciudad ganadora: olvidarse de lo prometido en la fase de candidatura y empezar a elaborar un proyecto real. Su gran preocupación ahora es qué hacer con el Estadio Olímpico, que iba a tener 290.000 metros cuadrados y que quiere reducir en 70.000, ante las críticas de reputados arquitectos que lo consideran insostenible en el futuro.
Si tuvieron clara la designación de Tokio como sede olímpica, los miembros del COI fueron aún más expeditivos en la elección de su nuevo presidente, en sustitución del belga Jacques Rogge, que cumplía mandato.
Seis eran los aspirantes. El abogado alemán Thomas Bach, incuestionable favorito, se impuso en segunda ronda por mayoría absoluta, con 49 votos, a otros cuatro candidatos: el puertorriqueño Richard Carrión (29), el singapurés Ser Miang Ng (6), el suizo Denis Oswald (5) y el ucraniano Sergey Bubka (4). Previamente había quedado eliminado el taiwanés Ching-Kuo Wu, tras un desempate con Ng.
Aunque Bach ha pospuesto las principales decisiones al término de los Juegos de Invierno de Sochi, que se disputarán en febrero de 2014, en sus primeras semanas en el cargo se ha mostrado abierto a cambiar el programa deportivo y el sistema de elección de la sede olímpica, si hay acuerdo de la asamblea.
También ha decidido impulsar personalmente los trabajos de organización de los Juegos de Río de Janeiro 2016, que marchan al límite de los plazos y cuya complejidad, con cuatro zonas de competición, distantes entre sí, y con el Estadio Olímpico fuera del Anillo Olímpico -por primera vez desde Atlanta’96-, supondrá un reto para el COI. EFE