EFE
"Paralítico", "mensaje", y "vacuna" son palabras de origen español que ha adoptado el tagalo, lengua materna de Olga Virtusio, directora de Salud de Parañaque, y encargada de realizar las primeras vacunaciones de IPV, la vacuna inactivada de la polio que Filipinas acaba de introducir.
La sala principal del centro de Salud de Dongalo, uno de los "barangays" (barrios) más pobres de la ciudad de Parañaque, un suburbio de 620.000 habitantes de las afueras de Manila, está repleta.
Este centro de Salud ha sido elegido como el primero del país en acoger las vacunaciones de la IPV, la vacuna inactivada del virus de la polio que Filipinas acaba de introducir en su sistema nacional de inmunización, siguiendo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cinco madres y dos abuelas con sus respectivos hijos y nietos -vestidos con sus mejores ropas de colores muy vivos- esperan pacientemente que comience la vacunación.
Los bebés tienen 3 meses y medio, la edad indicada para recibir la tercera dosis de la vacuna contra la polio, y sorprendentemente ninguno llora, acostumbrados al ruido y al calor tropical que penetra por cada rincón a pesar de los potentes ventiladores que intentan sin éxito refrescar el lugar.
Todas las enfermeras y parteras del centro -e incluso la dentista- están hoy aquí a la espera de que llegue la viceministra de Salud, Janette Garin, para prestigiar el momento.
También recibirán por sorpresa la visita del diputado Eric Olivares, que representa a Parañaque -que contiene una "ñ" también reminiscencia de la presencia colonial española- en el Congreso Nacional.
"Nos han elegido porque somos una ciudad muy densamente poblada, y con muchos niños", explica a Efe el diputado.
"Y porque tenemos altos índices de cobertura de inmunización con la OPV, la vacuna oral de la polio", puntualiza Virtusio, al explicar porqué la ciudad fue elegida específicamente para lanzar la campaña de introducción de la IPV.
El año pasado, el gobierno filipino decidió introducir en su programa regular de inmunización una dosis de IPV, que complementa las dos dosis previas de la OPV, usada con exclusividad hasta la fecha por la gran mayoría de los países en desarrollo.
Se ha comprobado que la vacuna inactivada multiplica la inmunización y por tanto complementa considerablemente la efectividad de la vacuna oral, que contiene el virus atenuado.
Es por ello que la OMS aprobó el Plan Estratégico de Erradicación de la Polio, cuyo principal objetivo es que todos los países en el mundo introduzcan en sus programas regulares de vacunación una dosis de la vacuna inactivada antes de finales del 2015, para poder acabar con la enfermedad en 2018.
"Debemos ir por delante del virus. La OMS considera a Filipinas un país de alto riesgo, porque si bien el último caso lo tuvimos en 1993, y la región quedó certificada como libre de polio en el año 2000, tenemos riesgos de importar casos", explicó Garin.
"Tenemos una población migrante muy importante, tenemos más de 7.500 islas y un sistema de vigilancia muy complicado, y además, en los últimos tres años los niveles de inmunización con la OPV habían bajado por que ya no se ven enfermos y la gente se olvida de su peligrosidad", agregó la viceministra.
Una afirmación que se constata hablando con las madres y las abuelas, que nunca han visto un caso de polio.
Mariela Makili, de 20 años, sostiene en sus brazos a Queen Rafaela, ataviada con un enorme lazo rosa en la cabeza, y dice saber que la polio paraliza las piernas.
Rosa Li Bonse, de 29 años y madre de cuatro hijos, el último de ellos en su regazo, no recuerda si sus pequeños de 12, 9 y 7 años obtuvieron o no las dosis reglamentarias de OPV, pero sabe que la polio puede incluso matar.
La polio es una enfermedad infecciosa que afecta primordialmente a niños menores de 5 años.
El virus se transmite a través de comida o agua contaminada injerida por el menor, se multiplica en el intestino y desde ahí invade el sistema nervioso central y puede causar parálisis parcial o total en unas pocas horas.
Una de cada 200 infecciones acaba en parálisis irreversible -normalmente de las piernas- y entre los paralizados, entre un 5 y un 10 por ciento mueren al dejar de funcionar los músculos de los pulmones.
Como no hay tratamiento, la única arma que existe es la vacuna, que Filipinas compra a la farmacéutica Sanofi Pasteur.
Acabados los pinchazos, ningún bebé llora. Algunas madres se los han puesto al pecho, bajo las miradas afirmativas de las enfermeras que promueven incansablemente la lactancia materna como el mejor método para alimentar a los pequeños.
Carteles en las paredes refuerzan ese mensaje; otros pósters recuerdan la última campaña de inmunización contra el sarampión y la polio, con la palabra "vacuna", en tagalo, resaltada en rojo.
2014-10-07