2001online.com | Gabriella González Álvarez
La creciente escasez de gas propano en todo el territorio nacional provocó el regreso a los fogones de leña y las cocinas improvisadas, especialmente en el interior del país donde los ciudadanos hacen maromas para conseguirlo.
De acuerdo con la encuesta realizada por el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) en las 10 principales ciudades del país, durante los meses abril y mayo de 2020, al menos 93.2% de los ciudadanos utiliza gas doméstico como medio para cocinar, lo que reafirma este método como la principal opción. Sin embargo, solo 18.1% de los usuarios cuenta con acceso directo a través de tuberías y 7.8% lo adquiere mediante la recarga comunal para urbanismos y complejos residenciales. El 74% restante padece la escasez del servicio por las constantes fallas en el suministro y la distribución.
En Venezuela hay dos tipos de combustible para cocinar: el gas metano que llega a los usuarios a través de las tuberías, y el propano que es el que viene en las bombonas recargables. El metano es abundante y en términos económicos es mucho más asequible, pero la falta de infraestructura de transporte hacia las regiones limita la transición del paso del uso de propano a metano.
Una de las razones de la escasez, además del deterioro de la industria, es que la comercialización de gas propano también está afectada por los controles de precio que no cubren los costos de producción, por lo que podría ser común encontrar el servicio con precios distintos a los que se estipulan desde el Estado.
“Chicos malos” al recate
Ingrid Rodríguez, vecina del sector Cruz Verde en la Cota 905, añadió que los vecinos tienen oportunidad de comprar gas una vez al mes y para lograrlo deben madrugar y pagar adicionales para contar con el combustible de cocina en casa. “Cuando llega hay que madrugar a las 5 de la mañana, anotarse en una lista, se llevan las bombonas y las traen al día siguiente. El gas cuesta 30 mil bolívares y aparte de eso tenemos que pagar 200 mil más a ‘los cargadores’ para que suban las bombonas a las casas”, detalló.
La líder comunitaria agregó que al existir fallas en la distribución, los vecinos recurren a visitar a familiares y amigos en otros sectores de la ciudad para cocinar.
Otra de las soluciones las ofrecen los llamados “chicos malos”, miembros de grupos delictivos que operan en la comunidad. “Lo del gas lo debería manejar el consejo comunal, pero como es tan problemático todo, porque se extravían las bombonas, se pierde todo, ahorita están utilizando es que los chicos malos contactan a alguien y se encargan de que venga un camión, porque está difícil que venga un camión para acá a traer el gas”.
Rodríguez también detalló que estos individuos organizan la distribución del gas en respuesta a la necesidad propia y de sus familiares que viven en la comunidad.
En otro lugar, Soledad Villarroel, habitante del sector Agua Chinas en Las Adjuntas, comentó que muchos emplean el uso de electrodomésticos que cumplan medianamente la función de la cocina. “Cuando me quedo sin gas cocino con la arrocera, el ‘tosty’ arepas o la tostadora”.
Manos a la leña, un riesgo para la salud
Una familia necesita en promedio dos o tres bombonas al mes para contar con el combustible necesario para preparar los alimentos, pero las constantes fallas en la distribución del gas han generado que el ingenio de los venezolanos se active para solucionar.
Al respecto Rodríguez comentó que algunos de sus vecinos en la Cota 905 además de recurrir a las visitas a familiares y a los electrodomésticos para cocinar, también improvisan fogones a leña en los balcones, placas y platabandas de las casas del sector. “Hay gente que prende fogones y ponen ese poco e’ palos ahí y cocinan”, explicó.
Al igual que Rodríguez muchos venezolanos recurren a esta práctica para preparar los alimentos y cada vez se hace más común en los distintos sectores, en especial en las regiones del interior del país.
Muchos desconocen los daños que cocinar a leña puede traer para la salud de quienes lo hacen y se dejan llevar por el olor agradable y característico de la gastronomía rural.
El aire de leña contiene partículas nocivas para el sistema respiratorio como benceno, formaldehído, acroleína e hidrocarburos aromáticos policlínicos (PAH, según sus siglas en inglés). Estas partículas pueden entrar en contacto con los ojos y el sistema respiratorio, y ocasionar enfermedades como bronquitis y enfisemas.
La doctora Ana Araujo, especialista en asma, alergia e inmunología, explicó que el humo de la quema de leña, basura o elementos vegetales, daña el sistema respiratorio y que se trata de un tema ampliamente estudiado y documentado. “Muchas de las personas que crecieron cocinando a leña desarrollaron asmas y enfisemas en la vida adulta, sobre todo cuando permanecían a lo largo de toda su vida cocinando a leña”, detalló Araujo.
La especialista en inmunología también detalló que quienes se mantienen expuestos al humo de la quema de leña terminan ocasionando la destrucción del tejido pulmonar, que es lo que actualmente hace el cigarrillo. “Anteriormente lo hacía el cocinar a leña, pero al desaparecer solo lo produce, prácticamente, el cigarrillo.
Araujo explicó que no solo se ve afectada la salud de quienes se exponen al humo, sino que también trasciende a la economía de las familias por la falta de insumos, el incremento de los precios y el deterioro del sistema de salud; lo que impide el cumplimiento del tratamiento médico. “Cuando empiezan a tener sus crisis asmáticas tienen que acudir a las emergencias que se saturan y no tenemos actualmente sistema de salud”.
Subrayó que los mejores medicamentos para tratar las afecciones respiratorias no se consiguen en el país, y quienes tienen la posibilidad de adquirirlos fuera de Venezuela deben pagar altos costos por ellas, lo que hace que no sea suficiente para los casos más severos.
En lo que respecta a las personas mayores, indicó que al desarrollar un enfisema “este puede ir avanzando y ocasionar la muerte por insuficiencia respiratoria, sobre todo en esta situación de la pandemia que tenemos”, apuntó.
También detalló que muchas personas, producto de “la paranoia” con el coronavirus, podrían confundir los síntomas de la sobreexposición al humo con los que se presentan por COVID-19.
Recomendó contemplar el uso de mascarillas durante el proceso de preparación de los alimentos y mantenerse lo menos expuestos al humo.
Cocinar a leña por causa de la escasez de gas puede convertirse en un riesgo para la salud, y en los casos más dramáticos, para la vida.
Desarrollar una enfermedad respiratoria y tener la desfortuna de contagiarse de COVID-19 podría ser fatal debido a que esta segunda afección agravaría el cuadro de insuficiencia respiratoria llevando al paciente irremediablemente a la muerte.
Las personas que constantemente se exponen al humo de leña podrían enfrentarse a problemas de salud como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que representa la cuarta causa de muerte en el mundo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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2020-08-08
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