Johan Azuaje
La pandemia del Coronavirus se perfila como un reto para las libertades básicas de los ciudadanos del planeta. Algunos gobiernos, con la excusa de “controlar” el avance de la enfermedad, aprovechan para dictar medidas restrictivas extremas. Por otro lado, existen quienes opinan que muchas de esas decisiones estatales son un serio atentado a los derechos humanos.
Es aquí cuando se cuestionan los regímenes autorizan el uso fuerza pública a matar a quien viole la cuarentena; distribuir ayudas médicas y humanitarias con intencionalidades políticas; manipular las cifras de la crisis, o cuando, se aprovecha la situación para otorgarse poderes sin ningún tipo de consenso y control.
“Son señales de autoritarismo, donde los gobiernos utilizan la pandemia para debilitar instituciones democráticas”, afirma Jesús Guillén, internacionalista y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Más de un tercio de la humanidad está confinada. Desde Italia y España, el Reino Unido a Canadá, gobiernos de distinto signo, han endurecido su vigilancia y la censura para amortiguar a la oposición.
Muestra de los cambios que han realizados algunos países, como por ejemplo, el nuevo decreto del primer ministro húngaro Viktor Orbán, quien teniendo en cuenta situación de la pandemia en relación con los inmigrantes ilegales, decidió limitar los derechos de asilo de los extranjeros. La prensa nacional de Hungría ya describe al presidente como un “líder autoritario”, luego que emitiera un decreto donde gobernaría de manera indefina.
El periodista de CNN, Juan Carlos Torro, vía telefónica, asegura que muchos gobiernos aprovechan la coyuntura provocada del Covid-19 para aplicar un mayor control social, más allá de lo que tenga que ver con la prevención.
“Algunos están utilizando las buenas medidas para fortalecer su poder y su gobierno, como Hungría que a pesar de cuarentena siguen persiguiendo a los políticos opositores, ataques a las comunidades sexuales, proclamas antisemitas, en definitiva un juego de poder”, afirma Torro.
Algo similar sucede en Rusia, donde Vladímir Putin intenta perpetuarse en el poder mediante una consulta popular que, hasta ahora, no se suspende por la pandemia. Asegura que su gobierno debe seguir hasta el año 2036, porque garantiza la paz y el orden en el país.
El uso de la tecnología en Rusia para el escrutinio masivo fue utilizada con el objetivo de controlar a la población. También se implementan nuevas normas que sancionan a los medios de comunicación nacionales e independientes contra las noticias falsas o “fakes news” sobre el Coronavirus. Esto último ocasiona un incremento en la persecución de medios y periodistas.
Un gobierno se puede calificar de dictatorial cuando ejerce el poder de manera autoritaria, con el empleo a conveniencia de las leyes, reformas o decretos. No se respeta la separación de poderes, la institucionalidad es mera palabrería y el país debe responder con dócil obediencia a los deseos de una persona o un pequeño grupo.
Actualmente en Israel el partido del primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha empleado la emergencia sanitaria para evitar que la oposición que ganó con la mayoría de votos en las alecciones del 2 de marzo, no tome el control aún.
Existen casos que alertan y atentan a los ciudadanos sobre el control autoritario, y es que los países como Eslovaquia, quien tomo posesión de su gobierno en medio de la pandemia, ha optado por rastrear de manera temporal, los teléfonos de quienes sufren del virus Covid-19 para asesorarse de cumplir con la cuarentena.
Polonia y Bélgica han recurrido a la tecnología a través de aplicaciones y reconocimiento facial para rastrear a personas infectadas con el Coronavirus. Estas medidas han encendido el debate sobre el derecho a la privacidad y los riesgos potenciales en la protección de los datos de las personas, existen quienes se sienten amenazados, y quienes apoyan las medidas en base a los argumentos de prevención.
El internacionalista y profesor de la UCV Jesús Guillen explica que “los países están tomando medidas extremas justamente cuando el pico del Covid-19 en algunos de ellos ha disminuido”.
Agrega que los gobiernos autoritarios se fundamentan en instaurar poder a través de sus restricciones, “y lo que estamos viendo es que están utilizando la pandemia como un trampolín, la cuestión es preguntarnos, un Estado que aísla a la población de información, que interviene los equipos móviles, que tiene el control de todo lo que hacemos, sin consultar, ¿es el Estado que queremos?”, reflexiona el catedrático.
Y es que en China existe el otro lado extremo de la vigilancia tecnológica y permanente para rastrear a los portadores y las personas de su entorno. Esta medida entró en vigencia mediante una consulta digital, que permitía legalmente utilizar los datos de información.
Es notable que el triunfo sobre el virus haya tenido un costo. De ahí nos lleva a la siguiente interrogante ¿las medidas extremistas pueden disminuir o frenar el virus? Los especialistas responden prevén que los efectos de poder en medio de la crisis nos e conviertan en una nueva pandemia.