The prize is right ( El precio correcto) comenzó en la televisión de Estados Unidos en 1956. Como uno de los programas pioneros en su género, sus participantes competían tratando de acertar o aproximarse al precio de infinidad de artículos.
El éxito de la producción le granjeó franquicias internacionales y, los registros de farándula que mueve Chepa Candela indican que en el año 2004 Winston Vallenilla hizo una versión criolla con el nombre premonitorio de El Precio Justo por Rctv.
Han pasado doce años de aquella experiencia y la variación y desajuste de los precios en Venezuela, bien po- drían estimular una reaparición en la pantalla, no por Rctv, al menos por ahora; pero podríamos preguntarnos ¿se animaría Winston a orientarnos sobre precios justos por TVes?
Desafío al consumidor. Conocer el precio exacto de un servicio o un artículo en Venezuela es un verdadero reto diario, especialmente en los rubros alimenticios, los más escasos, los más buscados.
Hay un precio oficial, el “precio justo” o Precio máximo de venta al público (Pmvp) fijado por la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde); es-tá el precio los mercados libres que varía sustancialmente de Quinta Crespo a Guaicaipuro, de Coche a Chacao, centros claves en el abastecimiento de Caracas.
El mayor desfase de precios se sufre en los cada vez más surtidos puestos de “bachaqueros” que, pese a las amenazas de sanciones y a escasas detenciones, supera a veces hasta un 100 por ciento de lo invertido.
Entre productor y consumidor hay, no obstante, otras instancias que marcan un precio diferente, y que sigue siendo impreciso, dada a la ganancia que aspire cada uno de los eslabones de la cadena de distribución.
Sin moneda de curso le-gal. La volatibilidad de los precios y la imposibilidad de adquirir bienes y productos por los mecanismos de una economía sana, nos remonta al más primitivo sistema comercial: el trueque. Una “solución” que lleva a una con- fusión mayor, a pesar de los intentos de “poner orden en el desorden”, dada a la ausencia de una regla para cada transacción.
¿El precio injusto? Para el economista y presidente de Datanálisis Luis Vicente León, la implementación de un precio justo en la mayoría de los casos es un componente negativo para el sector productivo del país.
León afirma que el precio de un producto no es la imposición de un margen de ganancia, sino la consecuencia de la dinámica entre la oferta y la demanda. Por esto, sería el proceso de competencia el que defina una tasa de ganancia razonable.
Por otra parte, el economista Víctor Álvarez reitera que la implementación de precios “justos” se debe llevar a cabo de la mano de los empresarios y al compás de la inflación, pues en caso contrario el costo de producción llega a superar el precio erigido.
Tanto León como Álvarez denuncian que la gestión realizada por Sundde no ha cumplido con los objetivos de la Ley Orgánica de Precios justos, publicada en la Gaceta N° 40.340, pues ha colaborado a que se intensifiquen los índices de inflación durante los últimos dos años: 68% en 2014 y 180,9% en 2015. “Lo cual es una evidencia patética de que los controles de precios no funcionaron”, agrega Víctor Álvarez.
El experto analista indaga sobre el tema, y expresa que el Estado puede realizar intervenciones inteligentes a través de incentivos económi- cos a fin de corregir las imperfecciones del mercado, pero señala que en Venezuela lejos de corregir, solo han empeorado los problemas.
Álvarez manifiesta que una posible estrategia para fijar precios sería a través de la promoción de inversiones o por medio de una ley que promueva la competencia entre las empresas que se disputan la preferencia de los clientes.
“La clave está en promover la regeneración del tejido empresarial e industrial del país”, concluyó.