Redacción 2001 | redacció[email protected]
El Día del Trabajador que se asoma en nuestro calendario, tiene desde hace unos años, más significación política que laboral.
Convocar la masa obrera al tradicional desfile busca más mostrar el apoyo a un Gobierno y la capacidad de logística del partido, que a ofrecerle justo reconocimiento como motor del progreso de un país.
La distorsión se acentúa con el arribo del Socialismo del Siglo XXI, y la determinación de minar las bases del movimiento laboral, creado instituciones paralelas, bajo el argumento de la conchupancia entre la dirigencia sindical tradicional y la empresarial.
La brecha se agrava con la posición irreductible de lucha de la Confederación de Trabajadores de Venezuela al Gobierno de Chávez, y su protagonismo en la breve salida de Hugo Chávez de la presidencia.
En 2003, con la bendición del chavismo se fundó la Unión Nacional de los Trabajadores (UNT), contrapeso oficial a la CTV y a la Confederación de Sindicatos Autónomos de Venezuela (Codesa) y la Confederación General de Trabajadores (CGT), organizaciones con un menor número de afiliados.
Al final, las banderas unitarias que caracterizaban la celebración de la fecha, quedaron desteñidas, con muy poco entusiasmo para levantarlas. Y hoy, con la depreciación del bolívar, la pérdida del valor del empleo decente, los aumentos en el costo del transporte y la odisea que representa abastecerse de alimentos y medicinas, para muchos existe la tentación de convertir al día del trabajador en parte de un puente.
Modelo deshumanizado
Oportuno es recordar los orígenes de la fecha, movible en muchos calendarios. La revisión nos lleva al Siglo XIX con la Revolución Industrial, que impuso con su producción en masa y su avance tecnológico, un ritmo agotador a la jornada laboral, sin horarios preestablecidos y salarios insignificantes.
En 1886, el descontento se hizo reclamos, protestas y paralización de fábricas en los Estados Unidos, para vivir su jornada más intensa en la ciudad de Chicago.
La convocatoria pacífica del 4 de mayo en busca de la jornada laboral de 8 horas, dio pie a la represión policial, y días más tarde, a un juicio a 8 trabajadores. Cinco de ellos fueron condenados a muerte y uno de ellos se suicidó antes de ser procesado.
Impronta criolla
Desde el “vamos” del establecimiento de las primeras organizaciones sindicales de Venezuela, las consignas más voceadas corresponden a los aumentos salariales. De allí a que se hizo costumbre que el mandatario de turno hiciera anuncios respectivos, en reconocimiento de las reivindicaciones.
A la par de los anuncios del Ejecutivo, el Legislativo buscó también atender las demandas en instrumentos como la Ley Orgánica del Trabajo. De 2012 data la familiarmente llamada Lottt que estableció “la reducción de la jornada laboral de 44 a 40 horas semanales diurnas, el pago doble de prestaciones en caso de despido injustificado, la eliminación del cobro de comisiones bancarias por cuenta nómina y el regreso de la retroactividad de las prestaciones para los trabajadores activos desde 1997”.
Líderes exiliados
El movimiento laboral nacional y tradicional, representado por la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) se ha debilitado, en parte por la persecución de su dirigencia.
Unos líderes han debido exiliarse y otros, sus relevos en la conducción de la masa trabajadora, son hoy víctimas de acoso y detenciones.
La representatividad de estos cuadros queda además minimizada por la estrategia oficial que se desarrolla con la entrega de las cajas del Clap y el carnet de la patria, a través de organizaciones paralelas.
Este nuevo feriado del trabajador en Venezuela llega acompañado con las cifras de desempleo más altas de los últimos años, a consecuencia del cierre de empresas y comercios, abatidos por las políticas oficiales.
La queja sostenida por Fedecámaras desde 2015 ante la Organización Internacional del Trabajo, las violaciones del Gobierno venezolano a los derechos laborales y a la “ una campaña de descrédito contra esa institución y sus dirigentes”.
A la fecha, el Gobierno del presidente Nicolás Maduro mantiene las puertas cerradas a las autoridades de Ginebra que se empeñan a tener una fotografía en situ de lo que ocurre en el país para tomar decisiones.
2018-04-29
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