Hace tiempo que se volvió insostenible y cada día que pasa incrementa el costo de su eventual desmantelamiento, pero el gobernante Nicolás Maduro está encadenado al modelo petropopulista del chavismo que conduce a la economía venezolana aceleradamente hacia un precipicio hiperinflacionario.
Y lo que es peor, Maduro está pisando el acelerador en vez de aplicar los frenos, al rematar los pocos activos internacionales que le quedan al país en un intento por preservar el poco respaldo que le queda entre la base chavista de cara a las elecciones parlamentarias de diciembre, dijeron analistas.
“Maduro, dentro de su restricción ideológica y de sus cálculos políticos, está dispuesto a sacrificar en los meses que quedan el bienestar de todos los venezolanos, que ya está bastante precario, para tratar de obtener el mejor cálculo político posible en las elecciones del 6 de diciembre”, advirtió el analista y profesor de economía de la Universidad Católica Andrés Bello, Orlando Ochoa.
Los expertos coincidieron en que Maduro parece haber escogido la inacción aún cuando algunos integrantes de su equipo entienden que el modelo no puede ser sostenido bajo los actuales niveles de la renta petrolera y que la solución a la crisis no solo pasa por la eliminación del control de cambio y del control de precios, sino también por la adopción de políticas que resuciten la confianza de los empresarios.
Pero una reforma económica de esas características podría ser muy mal tomada por la base chavista que podría interpretar las medidas como la adopción de un paquete neoliberal.
Y en lo que está generando gran alarma entre los economistas, el régimen parece estar dispuesto a repetir la vieja estrategia del chavismo de aumentar la masa monetaria en bolívares para tratar de generar una falsa sensación de bienestar entre sus seguidores.
Eso es una muy mala idea en un país que enfrenta los altos niveles de escasez por la que atraviesa Venezuela.
Para más información El Nuevo Herald
2015-08-10