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Elliott Abrams: España es un destino lógico para miembros del régimen chavista

Viernes, 15 de marzo de 2019 a las 08:00 pm
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Amanda Mars / elpais.com

La primera vez que EL PAÍS lo entrevistó, en 1986, Elliott Abrams se encontraba enfrascado en la crisis nicaragüense. Secretario de Estado adjunto para Latinoamérica, era entonces un joven halcón de Washington que, a sus 38 años, tenía enmarcada en su despacho una página de Gramma, el diario oficial del Partido Comunista de Cuba, con un gran titular que decía: “Abrams es una bestia”. Miembro de la Administración de Ronald Reagan entre 1981 y 1989, Abrams fue, en puridad, uno de los arquitectos de la política reaganiana en Centroamérica, que hoy reivindica con pasión ante las críticas. Volvió a la Administración años después de la mano del presidente George Bush hijo, para quien sirvió como asesor del Consejo de Seguridad Nacional, y se le considera uno de los muñidores de la estrategia en Irak.

Político, diplomático y abogado de formación, el pasado 25 de enero dejó el puesto de analista que ocupaba en el Consejo de Relaciones Exteriores y regresó a la trinchera. Donald Trump acababa de reconocer al opositor Juan Guaidó como nuevo presidente interino de Venezuela, exigía la salida de Nicolás Maduro y había escogido al veterano halcón como representante especial para el país. “Irónicamente, en los 80, cuando yo era secretario adjunto, Venezuela era uno de los pocos países latinoamericanos sin dictadura militar”, comenta Abrams desde su nueva oficina en el Departamento de Estado. Su nombramiento ha suscitado algunas críticas en la izquierda. En 1991 Abrams se declaró culpable de haber ocultado información al Congreso sobre el caso Irán-Contra, la venta secreta de misiles a Irán y la entrega de los fondos a la contrarrevolución nicaragüense, pero fue indultado en el 92 por Bush padre.

Ahora, en las paredes no cuelga ya aquella página de Gramma, que dice tener guardada por algún cajón, pero sí una fotografía de la época de la Administración de Reagan, una placa del Consejo de Seguridad Nacional y otra, en un lugar preferencial, de “La CONTRA”, o resistencia nicaragüense, en la que se le reconoce por su “dedicación e inclaudicación”. Elliott Abrams (Nueva York, 1948), bestia o no, ha vuelto y en su punto de mira tiene a Nicolás Maduro, un hombre enrocado en el poder pese a la creciente presión internacional.

“Si piensa en Mubarak, Gadafi, Ben Ali, Rusia en 1991, Rusia en 1917… Nadie era capaz de predecir cuándo un cambio de esta importancia tendría lugar. Nadie predecía la caída de Ben Ali o Mubarak. Todos estos regímenes parecen sólidos y de repente dos semanas después se han ido. Así que le diría un plazo, pero no tenemos ninguno”, afirma.

Es jueves por la mañana y Abrams responde a las preguntas entre reunión y reunión, acribillado por llamadas. El martes, en una entrevista radiofónica, el ministro español de Exteriores, Josep Borrell, explicó que la Administración de Trump ha tanteado a España sobre la posibilidad de escoger a líderes chavistas con el fin de facilitar la transición.

“España es en algunos aspectos un destino lógico para algunas personas del régimen”, afirma Abrams. “¿Cuáles son los destinos lógicos? Desde el punto de vista de cuáles son sus aliados, Cuba y Rusia. Pero nadie quiere vivir en Rusia o Cuba, así que ellos presumiblemente querrían ir, algunos de ellos, a un país en el que se hable español. Y ese es un lugar maravilloso. Diría que ha habido lo que yo llamaría una conversación preliminar con España, con la idea de: ¿es esto planteable? ¿Está en el terreno de la posibilidad? Y creo que la respuesta que hemos recibido es bien, deberíamos ver, ¿a quiénes? ¿bajo qué condiciones? No lo sabemos. Pero si entramos en estas conversaciones, y creo que lo haremos, con gente del régimen que quiere salir, volveremos al Gobierno español y podemos decir. ‘Bueno, este tipo dice que se irá con su familia si puede ir a España, pero no quiere ir a Moscú’. Pero no estamos ahí aún”, explica.

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