Anyela Torres | [email protected]
Desde 2016 la organización eclesiástica Cáritas de Venezuela ha desplegado en cuatro estados del país diversos monitoreos acerca de la situación socioeconómica y alimentaria de los pobladores más necesitados, y mediante esta estrategia lograron determinar que los índices de desnutrición infantil aumentaron de un 8% a un 14,5% en tan solo un año.
Entre otras de las cifras recabadas, también resaltan que de los 12 alimentos que según parámetros de la Organización Mundial Para la Salud (OMS) deben consumirse, la muestra poblacional consultada solo come 5.
Así mismo, señala que 90% de sus encuestados reciben la bolsa Clap, pero que esta solo les dura 10 días, por lo que estos ciudadanos terminan arreglándose las consumiendo carbohidratos y legumbres de la temporada.
“De todos los resultados que hemos manejado solo 30% son niños sanos, una muestra de niños en riesgo componen otro 30%, 21% de desnutrición leve, y entre 14% y 15% es de niños con desnutrición aguda, estos son infantes que pesan tres veces menos de lo que deberían”, dijo la directora de la fundación Janeth Márquez.
A raíz de estos resultados, que representan un estado de emergencia, según los estándares de la OMS, la fundación tomó la iniciativa de crear proyectos de acompañamiento, atención médica y alimentaria, focalizados en las familias más necesitadas para subir la curva nutricional de los niños venezolanos.
¿Cómo se encuentra la desnutrición en Venezuela?
Desde Cáritas (organización de la iglesia Católica) hemos decidido hacer desde hace un año un monitoreo sobre la situación nutricional de niños entre 0 a 5 años. La intención de esto era conocer la realidad, y así ver cómo la cooperación de la iglesia llegaba a los más necesitados. Hace un año obtuvimos unos datos, y hemos iniciado teniendo 8.4 de desnutrición (cifra que según la OMS ya es una alerta), pero para agosto de este año la desnutrición aguda ha incrementado a 14.5, y en el estado Zulia ya llega a 15%. Nos preocupa que la curva solo ha ido subiendo, porque además de evaluar la estatura y el peso de los niños, hemos hecho dos encuestas que tienen que ver con la diversidad alimentaria y las estrategias que han utilizado la familia para resolver este problema de la crisis, y de esos dato que logramos recabar, la fundación Bengoa nos dijo que el plato alimentario se ve blanco porque está compuesto por mucho carbohidrato. Para nadie es un secreto que el plato alimenticio debe ser colorido para que vaya acorde con la buena nutrición.
La OMS nos dice que hay 12 alimentos que debemos consumir, y que si de esa cantidad consumimos al menos 8 es una condición promedio. Pero según las encuestas que nosotros llevamos son solo 5 los alimentos que se consumen, donde además las proteínas está muy lejana, al igual que la leche están muy lejos del alcance de muchas personas.
¿Qué está haciendo el venezolano para palear esta crisis alimentaria?
Nosotros hemos comenzado nuestro monitoreo desde de septiembre de 2016 a este año. Y estos monitoreos los hemos hecho en zonas populares donde verdaderamente hay necesidad, no en Altamira. La gente está comiendo menos, ha cambiado su cultura de comer. Últimamente hemos escuchado que somos creativos, que estamos dándole oportunidad a probar otras cosas nuevas, y eso es bueno en cierta parte, pero eso prácticamente también nos está cambiando nuestra cultura gastronómica. La gente de alguna manera manda a los niños a otros estados, con otros familiares para ver cómo resuelve el tema de la alimentación; otros están optando por la emigración, se termina yendo algún padre de la familia a trabajar afuera y los niños quedan con los abuelos.
¿Cuál es el alimento que en estos momentos más está consumiendo la muestra de población con la que ustedes están tratando?
Lo que más hablan las familias es que comen carbohidratos y la fruta de la temporada. En Miranda, por ejemplo, nos dijeron que duraron 3 meses comiendo ocumo, o mango cuando estuvo la temporada. Más de 90% de gente que está siendo monitoreada recibe la bolsa Clap, pero esta sirve solo para diez días, de manera que pasan 20 días al margen de la alimentación y terminan comiendo solo lo que haya en el momento; que en este momento son carbohidratos y frutas. Alguien de Fedecámaras nos dijo que en el 2018 va a haber muchos problemas con el tema de las legumbres porque habrá una baja significativa.
¿Hay algún alimento que haya desaparecido de su menú por completo?
Esto va por épocas, por lo menos ahorita está grave el tema de las proteínas, al igual que el queso, que ya no se ve en el plato de la gente pobre; hubo un momento en que la gente comía solo huevo, pero ahora este también se ha vuelto sumamente caro; la leche está desaparecida de la mesa de muchos venezolanos por lo caro que cuesta el producto.
¿En qué zonas realizaron ustedes este monitoreo?
Este monitoreo comenzó en Caracas, Miranda, Vargas y Zulia. En los tres primeros fueron en zonas muy cercanas a la capital y se realizó para saber cómo se mueve la crisis en zonas donde más centralizadas, y en el Zulia porque era una zona fronteriza, donde está la problemática de que hay muchos alimentos que salen a otros países. En este momento estamos trabajando para implementar este mismo monitoreo en Bolívar, Lara, Sucre, Carabobo y Yaracuy; para ver cuáles son las zonas afectadas que la iglesia quiere intervenir y focalizar.
¿Qué cifras manejan actualmente sobre los distintos niveles de desnutrición presentes en el país?
De toda la muestra que hemos manejado solo 30% son niños sanos, luego tenemos una muestra de niños en riesgo que componen otro 30%, tenemos 21% de desnutrición leve, y entre 14% y 15% es de niños con desnutrición aguda; estos son infantes que pesan tres veces menos de lo que deberían.
¿Cómo están haciendo las madres que no lo consiguen leche para sus bebés?
En Cáritas somos los principales promotores de la lactancia materna; decimos que Dios es perfecto porque cualquier madre, así esté desnutrida, su leche siempre tendrá los beneficios y propiedades de una madre plenamente sana. Pero culturalmente sabemos que todas las madres, además de la leche materna, se apoyan en la otra, pero el problema actual es que la gente vulnerable económicamente no puede consumir la otra leche porque los costos son muy altos. Lo que está dando la gente en estos momentos es una mezcla que tiene más agua que leche.
¿Desde cuándo empezó a notarse este problema de la desnutrición infantil?
Desde inicios de 2016 las escuelas que tiene la iglesia en las Cáritas se comenzó a ver que muy seguido los niños se desmayaban o que perdían peso, por eso decidimos empezar el monitoreo.
¿Es cierto eso de que los niños de ahora crecen menos que los de antes?
Esto tiene que ver con la desnutrición crónica, que se encarga de medir la estatura con respecto a la edad. Entonces cuando la desnutrición viene desde hace mucho tiempo comienza a hacer secuelas, y eso hace que los niños no crezcan como deberían. Hay unas pautas de crecimiento. Nosotros por años empezamos a ser más altos, cuando comenzamos todo el programa de desnutrición hace 28 años vimos que los niños subieron la curva de la nutrición y dejar el programa. En este tiempo vimos que los hijos y los sobrinos empezaban a ser más altos, esto producto de una alimentación adecuada y de un sistema que arrojaba niños muy bien nutridos. En este momento empezamos a ver niños que se quedan chiquitos, y tienen que ver con la desnutrición crónica.
¿En qué edades se encuentran los niveles más alarmantes de desnutrición?
Nuestra preocupación es que el nivel más alto de desnutrición está entre los 0 y seis meses. Estamos preocupados porque esto tiene que ver con embarazos de madres desnutridas. Por eso nosotros iniciamos un nuevo proyecto en julio donde además de niños estamos atendiendo a madres embarazadas y lactantes. Lo dice Unicef, los primeros mil días de la vida del niño son los más importantes para su desarrollo. Esto comprende desde el embarazo hasta el primer año de vida del niño. Si en estos mil días el niño tiene un problema de desnutrición es probable que le queden secuelas para toda la vida. Y ese tipo de niños son los que, aunque crecen sanos, son niños que cuando van a la escuela no aprenden mucho, son retraídos, que son más lentos en la elaboración de sus actividades.
¿Qué cree usted que ha dejado de hacer el Gobierno respecto a este tema?
Nosotros le recomendamos al Estado que vuelva con las políticas públicas focalizadas, que permita que la familia tenga buenos ingresos para alimentarse y que no permita que dependan de una bolsa, sino que pueda hacer un buen mercado y mantener sanos a sus miembros. Por años disminuyó el problema de la anemia porque las harinas estuvieron fortalecidas, pero en este momento no sabemos si esas harinas que estamos consumiendo y que vienen de otros países tendrán esa misma cantidad de propiedades enriquecedoras. Los niños de este país en un momento dado contaban con un vaso de leche en sus aulas de clases o con una merienda. Estos programas son urgentes ahora, pero focalizados a los más necesitados.
¿En los últimos 30 años qué Gobierno priorizó más el tema de la nutrición infantil?
Nosotros no nos metemos en temas políticos, pero en la ‘cuarta república’ nosotros de la mano de Unicef teníamos un programa de desnutrición llamado Supervivencia Infantil, porque teníamos algunos problemas de desnutrición, claro, nunca con los parámetros de estos momentos. Cuando el Gobierno de Chávez desarrolló las misiones en 2002-2003, nuestro programa de desnutrición fue desincorporado, porque estas políticas gubernamentales incorporaron una atención que mejoró la situación de desnutrición. Sin embargo, en 2016 tuvimos que volver a introducir estos programas porque la tendencia está subiendo.
¿Qué le dice a las personas que han perdido la fe opinan que la iglesia solo se lucra así misma y no ayuda a los necesitados?
La iglesia Católica ha estado antes, ahora y siempre con los que más necesitan. Y una muestra de ello es organizaciones como esta que están a nivel nacional garantizando la educación, vivienda o alimentación de los más necesitados. Esto es una suma de bondades que solo se hacen con la cooperación que recibimos. Cada bolívar que la iglesia católica se devuelve multiplicado a la sociedad. Además la gran cantidad de gente que nos ayuda es pobre. Nosotros siempre decimos que la iglesia vive de la solidaridad de la misma gente que está en pobreza, o del empresario también. Nosotros podemos responder a esta pérdida de fe con las mil ollas semanales, o con los dos mil niños del vivero que estamos salvando. Si nosotros contabilizáramos la cantidad de dinero que se mueve con estos programas y el voluntariado la cantidad sería abismal, pero la iglesia lo que está permitiendo estos espacios que no tienen nada que ver con lo económico sino lo humano. Es estar con la gente, acompañarlos, y apalancar soluciones.
2017-11-25