Jesús M. Gambús/[email protected]
No van casa por casa tocando timbres para mostrar la mercancía. No montan tiendas y despliegan avisos ofreciendo servicios, pero están prestos a caldear los ánimos, a descalificar a quien sea, a lanzar rumores y a mover tropas imaginariamente, si es el caso, a fin de vender barcos, aviones, misiles, armamentos y cuanto equipo sea posible.
Son los perros de la guerra que tras bastidores susurran en los oídos de los dirigentes para “alertarlos” de situaciones que podrían derivar desde conflictos internos a golpes de Estado.
Las tensiones internas y externas que vive el país desde el ascenso del chavismo hizo de Venezuela un terreno bien abonado para la negociación, bajo los argumentos de la preservación del estatus y la defensa de la soberanía nacional.
El desencuentro con los gobiernos de Estados Unidos, Colombia, Guayana, entre otras naciones en los últimos años potenció de manera exorbitante la adquisición de barcos y aviones de guerra, equipos militares, asesorías, armamentos, etc.
Otro punto clave en ese aumento fue el veto impuesto por EEUU a Venezuela al suministro de armamento y piezas de recambio que fue aprovechado por Rusia.
Denuncias
En junio de 2013, el ex vicepresidente, José Vicente Rangel denunció en su programa de Televisión una presunta reunión en San Antonio, Texas, en la que dirigentes de la oposición y empresarios de la industria, habrían negociado “la posible” adquisición de 18 aviones de guerra de Estados Unidos.
Rangel instó a las autoridades a buscar más información ante “el clima de agresión mediática y política contra Venezuela” que podría recurrir a mercenarios como en otros países.
En Colombia, el entonces vicepresidente, Angelino Garzón propuso en Twitter que la Organización de Naciones Unidas (ONU) lo verificara.
Silencio Si se consolidó la compra de aviones, no se mencionó en tv., tampoco si Colombia llevó al seno de la ONU la investigación. Lo que si abundó fue la condena al paramilitarismo de los afectos al Gobierno que solicitaron ruptura de relaciones con Bogotá, acciones con los Sukhoi 30 y hasta la colocación de misiles apuntando hacia suelo colombiano.
Tomás Guanipa, miembro de la Comisión Permanente de Defensa y Seguridad de la Asamblea Nacional aseguró que la denuncia nunca se procesó en esa instancia, y restó credibilidad al denunciante.
Lo cierto, apuntó el diputado es la continuación de la “política guerrerista del Gobierno con la compra de 12 Sukhoi y una permanente búsqueda de “conflictos que no existen”, cuando el verdadero conflicto del venezolano es subsistir ante la inflación y la inseguridad.