Jesús M. Gambús
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Avances, retrocesos, éxitos, fracasos, impasses, insultos… La diplomacia venezolana en los años del Socialismo del Siglo XXI ofrece una variedad de episodios que desafían los conceptos y el ejercicio clásico de esa vieja disciplina. A paso de elefante en cristalería, el cuerpo diplomático criollo se desplaza por foros, congresos, cumbres, asambleas, luciendo su estilo provocador, atrevido, informal, mediático.
Los conocedores del arte de los buenos oficios, el diálogo, la conciliación, que resume los conceptos clásicos del término, no dejan de escandalizarse por la huella particular que marca la Casa Amarilla, bajo la dirección del Presidente de la República, como observa la Constitución.
Juego de cartas
La próxima prueba de fuego para la diplomacia venezolana es la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), el foro regional ampliamente criticado por los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que hoy pone en la mesa de debate la Carta Democrática, el recurso que se aplica a los gobiernos que se salen del carril.
La oposición anunció este jueves, que tras la firma del 20% del referendo revocatorio, concurrirá a Washington, para solicitar la activación del recurso.
Mercosur
Los altos vuelos conseguidos por la diplomacia venezolana, tras años de bonanza petrolera, sufrieron un serio revés en Mercosur, cuando los socios fundadores le negaron la presidencia pro tempore del grupo por incumplir con las cláusulas democráticas del acuerdo.
Colombia
La participación de Venezuela en las negociaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y las Farc le concedió puntos en el escenario diplomático, puntos que hoy busca aumentar con la facilitación del diálogo entre la representación del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla del ELN, en la capital Caracas.
Pero al tiempo que Bogotá agradece públicamente a Venezuela, la relación del chavismo con el vecino está llena de rupturas, insultos, cierres de frontera, pero ninguna tan mediática como la que protagonizaron en la Cumbre de Río los presidentes Hugo Chávez y Álvaro Uribe.
El Esequibo es mío
La herencia diplomática nacional sigue siendo la reclamación del Esequibo, con el protocolo de Ginebra incluido, solo que lo que los internacionalistas consideran “un desliz verbal” de Chávez le dio alas al gobierno de Georgetown a abrir concesiones petroleras a transnacionales que hoy son el dolor de cabeza de la Casa Amarilla. La Cancillería espera la designación de un representante de buenos oficios para mediar el reclamo.
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2016-10-14