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Lorent Saleh es el hijo único de una humilde costurera soltera de origen palestino, a los 20 años se convirtió en activista por los Derechos Humanos en el país. El chavismo lo encarceló y torturó cuatro años, hasta que el pasado 12 de octubre aceptó trasladarlo a España.
En 2017 fue distinguido con el Premio Sajarov. Esta es la primera entrevista que concede a un periódico ya como un hombre libre.
En esta entrevista Saleh habló sobre todo lo que tuvo que vivir y soportar mientras estuvo recluido en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), destacando que el expresidente Juan Manuel Santos lo secuestró y lo entregó en un pacto realizado con el Mandatario Nacional, Nicolás Maduro, debido a las denuncias que el activista venía haciendo en contra de Santos por su complicidad con el Gobierno.
Aquí parte de la entrevista realizada desde España
P.- Lo trasladaron a La Tumba desde Colombia. El ex presidente Santos afirmó en una entrevista a El Mundo que la suya había sido una extradición legal.
R.- Juan Manuel Santos, Nobel de la Paz, me secuestró y me entregó en un pacto con Maduro.
P.- ¿Por qué?
R.- Primero, porque yo llevaba tiempo denunciando su complicidad con la dictadura. El proyecto personal de Santos -el acuerdo con las FARC y el premio Nobel- chocaba con la causa de la democracia en Venezuela. Santos necesitaba complacer a Maduro, que además lo tenía bajo chantaje a través de la guerrilla. Las FARC, el ELN y los grupos narcoterroristas con los que Santos buscaba un acuerdo forman parte del régimen venezolano. Maduro tenía la capacidad de tumbar el proceso de paz. En segundo lugar, yo llevaba tiempo trabajando en Colombia sobre un asunto incómodo para Santos en ese momento: la ocultación de víctimas de las FARC. Durante el proceso de paz, nadie hablaba de los asesinados, los secuestrados, los desaparecidos. Mi ONG, sí. Las dos cosas se sumaron y Santos me entregó. No fue una extradición ni una deportación. Nunca hubo orden de captura de un tribunal venezolano ni una solicitud de Interpol. Nunca me presentaron ante un tribunal en Colombia. Nunca compareció un fiscal. No me permitieron defenderme. Santos me secuestró y me entregó a sabiendas de lo que me pasaría.
P.- Lo llevaron a La Tumba.
R.- Cuando llegué me desnudaron. Me fotografiaron. Me raparon. Me pusieron un traje color caqui. Y empezamos a cruzar puertas. Gruesas. Blindadas. Hasta llegar a una sala cubierta de espejos y cámaras. Todo estaba limpio, impoluto. Sentí el poder. Absoluto. Totalitario. Atravesamos dos pasillos estrechos. Puertas y más puertas. De pronto oí un rugido, como de una turbina. La descompresión. Y luego otra puerta. La abrieron. Y entramos. Parecía el cuarto de refrigeración de un matadero. Había sólo siete calabozos. Todos vacíos. Me metieron en uno y cerraron las rejas. Miré a mi alrededor. La celda era pequeña, de dos metros por tres. Había una cámara en el techo, que seguía todos mis movimientos. Un timbre. Un colchón sobre una lámina de cemento. Y dos potes, uno para beber agua y otro para orinar. Y pensé: Uhhhhh…
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2018-10-28
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