Maria Corina Machado | @MariaCorinaYA
Venezuela es un proyecto con 200 años de gestación, durante los cuales la República Liberal Democrática, soportada en los principios expuestos por nuestros padres fundadores: Libertad, Igualdad, Seguridad y Propiedad, enfrentó fuerzas muy poderosas y oscuras. Momentos heroicos han sido sucedidos por épocas fatales.
Estos últimos 20 años de odio, violencia y represión totalitaria nos han preparado física y moralmente, nos han forjado el carácter para enfrentar y desalojar un sistema de mafias, que no se reduce a quien hoy usurpa la Presidencia de la República.
El mal ha echado raíces en muchos sectores de la sociedad. Pero en este tiempo, el ciudadano venezolano ha reconocido y reivindicado nuestra esencia fundacional y ahora no nos conformamos con menos que una ruptura histórica radical que nos regresa a nuestra tradición republicana y liberal. Para lograr, ahora sí, hacer realidad esta aspiración original, debemos tener el coraje de romper los nudos de prácticas nefastas que por generaciones han provocado dependencia, miseria y corrupción.
La primera ruptura es con el militarismo. Debemos avanzar en la reconceptualización de una institución militar profesional y moderna, subordinada al poder civil -expresión de la Soberanía Popular-, y cuyo proyecto exclusivo sea la República.
La segunda ruptura es con el Estado patrimonialista. Este narcorégimen ha hecho realidad lo que parecía imposible: la destrucción de PDVSA. Por eso, a partir de ahora, nunca más volveremos a un nefasto capitalismo de estado, que desvió nuestro camino y nos colocó en el abismo del gigantismo estatal. El desafío es dejar atrás esa alucinación de riqueza súbita para pasar a ser una sociedad de propietarios y emprendedores, una Venezuela rica, por la diversidad y cantidad de activos productivos asociados a la innovación y el talento propio del venezolano.
Salir del estatismo para construir un país rico de verdad obliga a otras dos rupturas, con el populismo y el clientelismo, que tanto daño han hecho a la moral pública y privada. Fue ese sistema de privilegios, el “amiguismo” y el compadrazgo, los antecesores del “enchufado” de hoy, en cada una de sus nefastas versiones.
No sólo vamos a poner fin a 20 años de tiranía chavista, también vamos a construir un destino totalmente nuevo, con una ruptura histórica que forjará un futuro brillante, luminoso, de una sociedad abierta al mundo, integrada al bloque de las naciones democráticas de Occidente, intercambiando riquezas, tecnología, conocimiento, cultura, ciencia y progreso.
Hemos vivido dos décadas bajo el signo del coraje. 20 años de pérdidas inmensas y entrega total a esta lucha. No lograron vencernos.
Me siento tan orgullosa de ser venezolana y de esta amplia generación. Reconozco y admiro el coraje de la mujer venezolana, de cada joven, del periodista que no ha cedido ante la censura o la autocensura, de la Iglesia venezolana, del empresario, del productor agrícola, del comerciante honesto, del profesor y el maestro que resisten en cada hora de clase, del médico y la enfermera que no se cansan, del militar que hoy se rebela y reconoce a su legítimo Comandante en Jefe.
Hemos llegado hasta aquí por el coraje del ciudadano venezolano. 20 años de coraje. Ese ciudadano es el protagonista y el héroe de esta lucha heroica por un ideal de Libertad. Por eso, cuando escribamos ésta, nuestra historia, celebraremos que a Venezuela la salvó el coraje de sus ciudadanos.
2019-02-10
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