María Corina Machado
Imagina el 10 de enero del próximo año. Maduro se presenta en la Asamblea Nacional, la legítima, con la pretensión de ser juramentado como presidente con los votos del oficialismo y también, con algunos de diputados que fueron electos con la fuerza y el sacrificio del pueblo democrático venezolano.
A cambio, ofrece “nombrar” un nuevo CNE, favorecer ciertos negocios en la economía, liberar a algunos presos políticos, bajar la represión, y…. hacer elecciones para “la renovación de poderes” en dos años.
Es decir, dejar a Maduro quieto, justo ahora cuando todas las fuerzas -internas y externas-, crecen y se alinean para provocar el quiebre y su salida.
Si, en serio. Esto es lo que algunos voceros del régimen han planteado como el contenido de la discusión del nuevo “diálogo”; y lo que a algunos, dentro y fuera del país, les parece aceptable.
¿Pero, además del régimen, a quién le convendría este “arreglo”? Desde luego a aquellos que están haciendo mucha plata a costa del hambre de los venezolanos; a los que no quieren que se acabe la impunidad o se investigue el saqueo que han hecho a Venezuela; y a los que, en el exterior, han recibido mucho dinero para defender al régimen venezolano o para impulsar un modelo similar en otros países. Zapatero incluido, por supuesto.
¿Y los venezolanos, qué? ¿Alguien en su sano juicio puede creer que Maduro, ofrezca lo que ofrezca, es capaz de desacelerar la hiperinflación? ¿Alguien cree que Maduro puede parar el hambre, el colapso de los servicios, o la violencia desatada? ¿Alguien cree que el éxodo se detendrá y que ya no serán 3 millones de exiliados, sino 5, 6 o 7 millones de venezolanos que huyan por nuestras fronteras?
¿De verdad creen que el país, la gente, se va a calar esperar dos años más de penuria porque una “dirección política” lo acuerde con la tiranía? No entienden nada. O no quieren entender.
En Venezuela hay solo dos posiciones: el régimen dice “Maduro para siempre” y la sociedad, unida como nunca, dice: “Fuera Maduro YA”.
La nueva “Operación Zapatero”, como todas las farsas de diálogo previas, solo busca darle oxígeno y tiempo a Maduro para que se quede; y grandes negocios a los que hoy siguen saqueando a Venezuela; incluidos los grupos criminales de la guerrilla, el narcotráfico y el terrorismo.
¿Es que acaso alguien cree que estos criminales van a hacer una elección en dos años para entonces salir del poder? ¡Por favor! Su objetivo es: “Maduro y sus mafias para siempre”, y, como hicieron en 2014, en 2016 y en 2017, cuando estuvimos muy cerca de una ruptura, hacer creer que están dispuestos a salir por las buenas; con la complicidad e ingenuidad de muchos que el país ya conoce.
Lo importante para nosotros, los venezolanos, es entender qué ha cambiado hoy y por qué esta nueva maniobra cubana no les va a funcionar.
En primer lugar, los factores con poder real en la comunidad internacional ya asumieron que un régimen forajido y fallido es intolerable en el hemisferio. El asesinato de Fernando Albán fue un punto de inflexión para muchos. Esto queda evidenciado en la lista creciente de países que apoyan la investigación en la Corte Penal Internacional, las iniciativas del Secretario del Tesoro de Estados Unidos de reunirse con los ministros de Finanzas del G20 para cerrar las fuentes ilícitas de financiamiento del régimen, las nuevas sanciones que están en marcha y la reacción de la Unión Europea que bloqueó el intento del gobierno de Pedro Sánchez y declaró que “no existen las condiciones mínimas para un diálogo en Venezuela”. A buen entendedor…
También cambió la realidad en la Fuerza Armada Nacional. El régimen sabe que en el último año perdió el control en la FAN, y Maduro sabe lo que piensan de él en los cuarteles y en los hogares de los militares. Por eso, les ordenó separarse de la “mala influencia” de sus familias…. Hoy los militares venezolanos saben que el tiempo se acabó, y que también deben elegir: o se hunden con la tiranía o se salvan con Venezuela.
Pero lo más importante es la gente, cada ciudadano. El trabajador de SIDOR y PDVSA que no se la cala más. El que le rompe en su cara los huevos que pretenden darles como pago. El campesino que ya no se cala que le roben su cosecha en 50 alcabalas. La enfermera y la maestra que no resisten ver desplomarse un niño más porque no ha comido. El abuelo que se le va la vida en la cola por una pensión miserable. El joven estudiante que está decidido a graduarse en Venezuela y el que no espera para regresar. Y la mujer. Cuando una mujer dice: NO MÁS, ES NO MÁS.
Por fin, después de 20 años de lucha contra la tiranía, todas las fuerzas se alinean hacia la ruptura del sistema: la fuerza popular, militar, diplomática, policiales, de los mercados. Crecen cada día y se sincronizan, potenciándose entre ellas.
Tenemos una estrategia sólida que avanza, y nuestro aporte como ciudadanos es la rebeldía total y la desobediencia cotidiana. Cualquier maniobra que busque sacarnos de la ruta y descomprimir las fuerzas, debemos denunciarla, desenmascararla, desmontarla y seguir adelante; rumbo al quiebre, hacia donde avanzamos.
2018-10-20
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