Deisy Martínez
El diván que posee el psicólogo clínico Pablo Canelones en su consultorio ubicado en Sabana Grande invita a recostarse, a hacer una especie de catársis por cómo nos afecta la situación del país y demandar de él las soluciones para salir de esa especie de estado de ansiedad permanente que produce ese modo de supervivencia en el que se encuentra la población venezolana.
El también psicoterapeuta habla de las consecuencias de la crisis en la salud mental y emocional de los criollos, entre ellas la potenciación del comportamiento violento y la agresividad. Advierte que es un daño en la socidad que llevará tiempo revertir y que solo será posible con reeducación.
¿Cómo ha afectado la situación del país la salud mental de la población, su estabilidad emocional?
La crisis se ha convertido en un evento estresante de tipo crónico y cuando uno está frente a eso hay una cantidad de alteraciones que se dan tanto a nivel conductual como biológico. La crisis ha generado cambios en el comportamiento de las personas porque nos llevó a una situación de supervivencia, tenemos que resolver las necesidades básicas y con ello disminuye la calidad de vida porque primero solucionamos lo básico y luego queremos resolver los deseos pero no podemos hacerlo porque las deficiencias son a todo nivel, lo que genera frustración, por la no satisfacción de las necesidades (abrigo, alimentación, seguridad, luz, agua, etc) y de los deseos (diversión, tiempo libre, aspiraciones, viajar dentro y fuera del país, comprar ropa).
El ver cómo satisfacemos las necesidades medianamente nos lleva a identificar que de alguna parte viene la situación crítica, al no haber una salida se busca a un culpable que puede ser externo por la situación económica del país, los gobernantes, la política o buscamos un culpable interno dentro de la familia, decimos que fulano no ahorró lo suficiente, que mengana iba mucho de compras, nos culpamos unos a otros dentro de los hogares sin pensar que la situación es estructural, que no responde a condiciones individuales o peor todavía, cuando la culpa recae en un solo miembro que puede ser el líder en quien se concentra toda la agresividad del grupo, esa persona carga con toda la angustia, los miedos, las frustraciones del grupo familiar hasta que se enferma física y psicológicamente.
De igual forma la culpa puede sentirse en lo individual, yo debería hacer tal cosa y no lo he hecho, porque soy flojo, porque como demasiado, porque no protesto, porque no participo en asambleas, lo cual tampoco resuelve el problema pero logra que la gente se sienta mal e inhabilitada de actuar para cambiar.
¿Frente a ello qué alternativas hay?
La alternativa a ello es el reto, el poder identificar cuáles son las situaciones y cómo puedo cambiar. Cuando uno reta moviliza recursos y va más allá, busca las razones que están generando las dificultades, especificar el problema familiar o individual y retarnos con una pregunta simple: ¿qué puedo hacer yo para modificar esto? Así veo concretamente lo que me perjudica y que no puedo resolver todo a la vez. Cuando se es difuso no se puede hacer nada porque el problema se ve general, como algo que no puedo solucionar, pero si particularizo veo por ejemplo que genero menos ingresos de los que puedo porque trabajo en un lugar donde el pago es casi simbólico y no me permite sobrevivir y busco las respuestas: encontrar otro trabajo o hacer cosas extras.
¿En su experiencia qué tipo de comportamientos o trastornos se han derivado de la situación del país?
Hoy dia se observa mucho el aumento de la agresividad porque cuando se está en una situación de sobrevivencia los demás no son aliados, son enemigos porque me impiden de alguna manera lograr mis objetivos. Lo vemos cuando algún producto tiene un precio económico en el mercado, la gente agarra varios y no le deja al otro y se presenta una disputa, igual que cuando había escasez las personas se mataban por una harina, porque primero están mis necesidades que las tuyas. Es agresividad se generaliza y la notamos en las posturas de los extremos de pensamiento y la realidad se interpreta de acuerdo a ellos, me relaciono con quien piensa igual a mí y los que no comparten mis creencias son enemigos, no hay puntos medios. Así mismo, la gente está presentando trastornos de ansiedad, de pánico, estrés agudo, miedos generalizados como salir a la calle, decir cosas a los amigos a tomar una postura, a productos porque creemos que son de mala calidad o perjudiciales para la salud, por eso esas cadenas de rumores calan mucho en la gente. Incluso hay miedos inducidos como formas de control que nos paraliza como por ejemplo la polarización, no me puedo manejar en puntos intermedios, no puedo hablar bien de algo o de una persona que esté ligada a un bando político porque me atacan.
Está el incremento de las fobias a los espacios abiertos o a los cerrados y quiero quedarme en mi zona de control. Otro trastorno es la pérdida del control de impulsos, la gente no puede contener la agresividad, el desagrado que se vuelve explosivo hasta por cosas irrelevantes y episódicos, es decir, no soporto que me digan nada y si ocurre un incidente de tránsito me bajo del carro y le rompo un vidrio al otro, eso es producto de la rabia contenida por frustraciones. Vemos desde la tristeza constante por varios motivos, los duelos por la pérdida del poder adquisitivo, la posibilidad de satisfacer necesidades básicas, la filiación por la diáspora o porque ya no tenemos vida social porque no hay dinero, hasta la depresión que deriva en manifestaciones de tipo psicosomático, alteraciones de enfermedades autoinmunes han tenido repunte, personas con lupus o arttritis reumatoidea, que presentan crisis como consecuencia de la situación socioeconómica, hace que el tiempo silente de la enfermedad sea menor y la calidad de vida baje.
¿La crisis ha potenciado la violencia y la criminalidad?
La crisis no justifica, pero explica una serie de cosas que están pasando, el deterioro económico trae a su vez un deterioro social, psicológico, emocional y en eso cabe absolutamente todo, cosas tan terribles como que adultos y muchachos en la casa peleen por la comida, es decir, que haya un drama familiar, una paliza, agresiones de padres a hijos o entre los mismos niños, porque alguien se comió un poco más de lo que estaba en la nevera que era para todos, es un nivel de deterioro social muy alto. Tenemos una pérdida de valores, del respeto a las leyes que además se fomenta desde las instituciones de manera formal y que potencia en la población comportamientos reñidos con la ley, es así como vemos un aumento de casos de drogas, de prostitución, la usura al vender un producto hasta cinco veces por encima de su valor no solo por parte de los bachaqueros sino de manera organizada por personas con gran capital que además es visto como algo normal. También observamos el carácter cada vez más despiadado de delitos como los secuestros que no solo demandan un pago para la liberación de la persona cautiva sino que hay tortura y muerte, por el simple hecho de ver a esa víctima como enemigo porque tiene dinero, poder, percibe a quien es exitoso por vía lícita o no como lo peor de este mundo, porque tiene más que los delincuentes, lo hacen responsable de su pobreza.
¿Es posible revertir ese deterioro?
Sí es posible porque la sociedad y cada individuo tienen capacidad de cambio, pero no es inmediato porque es un aprendizaje, nosotros vamos estructurando ese proceso. Hay dos formas de ir adquiriendo esos valores, uno es por medio de las creencias propias, creemos en valores porque los hemos aprendido desde pequeños, es algo irreflexivo, no se cuestiona sino que se asume, que no se mata, que no se maltrata a un niño. También pasa lo contrario, cuando ves desde corta edad que a un animal se puede patear, se puede robar algo o agredir a otra persona porque no comulga con mis ideas, igual se asume como algo normal, eso hay que reestructurarlo. Vienen las creencias secundarias, las que se promueven con el argumento, hay que vivirlo nuevamente, desterrar esas experiencias, se trata de educación dirigida a ello, lo que quiere decir que nos toca mucho trabajo por delante.
¿Cuánto tiempo llevará?
Una generación mínimo, porque las personas que nacieron dentro de la crisis y asumieron valores de supervivencia como algo normal necesitan reeducación. Los sobrevivientes de la segunda guerra mundial tienen comportamientos como el afán de acumulación por un instinto de sobrevivir, nosotros vamos a quedar así una vez esta situación se revierta, con el deseo de comprar más de lo necesario por si después aumenta o escasea como algo automático, sin saber por qué se hace, hasta que se reeduca y la siguiente generación ya no nace con esa actitud.
2019-10-05
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