AFP
Aliado estratégico de Venezuela en la región, el gobierno izquierdista de Dilma Rousseff observa con cautela la situación política del país caribeño, y guarda un silencio “inexplicable” para la oposición en Brasil, que aprovecha su pasividad para montarle otro frente de batalla.
“Quien calla consiente. El silencio de Brasil es vergonzoso e inmoral” porque la prisión de opositores en Venezuela es “una cuestión humanitaria”, lanzó esta semana Aécio Neves, quien perdió la presidencia de Brasil frente a Rousseff por apenas 3% el año pasado.
Venezuela atraviesa un período de turbulencias, con políticos y estudiantes contrarios al gobierno de Nicolás Maduro encarcelados, en medio de una abrupta caída de ingresos petroleros y descontento popular por una disparada de la inflación y escasez de productos básicos.
El episodio vivido por los senadores brasileños que no pudieron salir del estado Vargas por obstáculos puestos por el Gobierno Nacional fue lo que detonó el debate y colocó al gobierno de Dilma Rousseff una vez más en el banquillo de los acusados, ¿Por qué no condena las detenciones en Venezuela?.
– Intervenir, a veces –
“El cálculo estratégico de Brasil está preso a esta lectura: tiene una alianza estratégica con Venezuela en América del Sur y debe tener cuidado con las posiciones que adopta”, dijo a la AFP Thiago Gehre Galvao, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia.
En esa lógica, para Gehre se puede esperar que Brasil canalice sus acciones a través de los bloques regionales Mercosur y Unasur, para “blindarse políticamente” y evitar una confrontación directa con su socio clave.
Pero “el silencio no significa despreocupación”, apunta. Brasil “tiene una visión sistémica de la región y sabe que cualquier tipo de problema en el vecindario le va a afectar”, agrega.
Rousseff llegó a manifestar en una entrevista a CNN en abril su deseo de que Venezuela libere a los políticos presos, pero en ningún pasaje criticó explícitamente al gobierno de Nicolás Maduro.
En un diálogo más reciente con la televisión alemana, volvió a defender su intención de permanecer al margen: “En Brasil no somos golpistas. No estamos a favor de interferencias e intervenciones en países hermanos”.
La “tormenta perfecta”
La cancillería brasileña señaló que pediría explicaciones a Caracas sobre los “actos hostiles” sufridos por los legisladores brasileños durante su viaje. Pero las reacciones no pasaron de allí, tanto del lado brasileño como del venezolano.
“Hubo un incidente diplomático muy serio, y nuestra respuesta fue muy tímida”, dijo a la AFP Rubens Barbosa, que fue embajador brasileño en Londres y Washington entre 1994 y 2004.
En circunstancias “normales”, asegura, Brasil habría llamado a consultas a su embajador en Caracas. Pero el país se relaciona con Venezuela en base a “una visión ideológica de afinidad con el gobierno”, lamentó.
Este jueves, otra comitiva de legisladores brasileños, esta vez oficialistas, viajó a Venezuela para reunirse con representantes del gobierno, de la oposición, y hasta con las esposas de los líderes encarcelados.
“Nuestro viaje fue sufrido. Ellos ahora surfean una ola preparada”, ironizó uno de los senadores de la oposición, que denunció un “tratamiento VIP” a la comitiva oficialista.
“Es la tormenta perfecta”, sostiene Gehre. Con “sagacidad”, la oposición está aprovechando la coyuntura crítica de Venezuela “para crear un nuevo campo de batalla política contra el gobierno”.