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Este miércoles, Rafael Ramírez, Representante Permanente de Venezuela ante Naciones Unidas, condenó en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU la trata de personas en situaciones de conflicto, así como el trabajo forzado, el abuso y violencia sexual, la esclavitud moderna y otras prácticas similares.
Ramírez señaló que estas prácticas que se han expandido en los últimos años, en manos de agrupaciones terroristas, encuentran su blanco principal en mujeres, niños y niñas, quienes suelen ser los más vulnerables en situaciones de conflicto armado.
"Esta barbarie constituye un serio obstáculo a los anhelos de paz por los que tanto hemos luchado desde nuestros respectivos espacios nacionales y regionales. Es por ello que las Naciones Unidas se constituye en el foro por excelencia para trabajar mancomunadamente en la prevención y el combate contra la extensión de estos crímenes y sus causas profundas, urgiendo a todos los actores internacionales involucrados adelantar acciones efectivas para su erradicación", sentenció el diplomático venezolano.
Ramírez refirió los casos de Irak, Libia, Siria y el Sahel, donde luego de la destrucción del tejido social, político y económico, por causa de la injerencia extranjera con el propósito de derrocar gobiernos legítimamente constituidos, el terrorismo ha ganado espacios que atentan contra la paz y seguridad de las naciones concernidas y del resto del mundo.
"Venezuela nunca cesará en su exigencia a los diferentes actores de la comunidad internacional concernidos para que se ponga fin al suministro de apoyo financiero, logístico y armamentístico a los grupos terroristas y otros actores no estatales violentos, que promueven el delito de la trata de personas, trafican y esclavizan hombres y mujeres para ser utilizados como sujetos activos dentro de los conflictos armados, explotándoles de múltiples maneras y exacerbando el ciclo de sufrimiento y muerte", aseguró.
El Representante Permanente de Venezuela celebró la iniciativa del Consejo de Seguridad en el tratamiento de este importante tema.
A continuación el discurso íntegro del Embajador Rafael Ramírez:
Señor Presidente,
Queremos expresar nuestros mejores deseos a la Delegación del Reino Unido por un exitoso mes en la conducción de los trabajos del Consejo, al tiempo que felicitamos a Ucrania por la diligencia con la que lideró los trabajos de este órgano, en febrero. Asimismo, transmitimos nuestro agradecimiento al Secretario General, Sr. Antonio Guterres, por su exposición, así como a los Sres. Yuri Fedotov y Kevin Hyland, y a la Sra. Ilwad Elman por sus respectivas presentaciones.
La República Bolivariana de Venezuela considera necesario señalar que los crímenes de trata de personas, la violencia, el abuso y explotación sexual, la esclavitud moderna y el trabajo forzado son, desde cualquier perspectiva, prácticas deleznables que condenamos enérgicamente, más aún en su proliferación y expansión en todos los entornos de conflicto armado que se presentan en la actualidad, y de modo particular aquellos promovidos por grupos terroristas y otros actores no estatales violentos que operan en el Medio Oriente y en el Norte de África, como Daesh, el Frente Al Nusra y Boko Haram. Las acciones terroristas llevadas a cabo por estas organizaciones han generado un drama humano que, lamentablemente, tiene entre sus principales víctimas a los más vulnerables: niñas, niños y mujeres, quienes al estar en medio de guerras que no provocaron se convierten en mercancía de estas redes criminales de trata de personas.
Esta barbarie constituye un serio obstáculo a los anhelos de paz por los que tanto hemos luchado desde nuestros respectivos espacios nacionales y regionales. Es por ello que las Naciones Unidas se constituye en el foro por excelencia para trabajar mancomunadamente en la prevención y el combate contra la extensión de estos crímenes y sus causas profundas, urgiendo a todos los actores internacionales involucrados a adelantar acciones efectivas para su erradicación. No puede permitirse que la vida humana sea usada como botín de guerra por estos criminales. Es una realidad que no puede ser ignorada por todos aquellos que inciden y propician intervenciones y conflictos armados, y sus responsables, a todo nivel, deben rendir cuentas ante la justicia.
A pesar de que este terrible crimen y sus prácticas derivadas afectan a todos los Estados en diversa medida, a los efectos de su tratamiento en este Consejo, es decir en contextos de conflicto armado, es necesario reconocer que una de las causas por las cuales se ha exacerbado en los últimos años este crimen, reside en la destrucción de las capacidades estatales de los países concernidos, provocada por el intervencionismo de aquellos países que propiciaron el derrocamiento de gobiernos legítimos, destruyeron el tejido social, político y económico y generaron condiciones para la expansión del terrorismo internacional que hoy amenaza la paz y seguridad internacionales, al tiempo de violentar los derechos humanos de las poblaciones civiles afectadas por su accionar criminal. Tales son los casos de Irak, Libia, Siria y el Sahel, entre otros, en donde hoy sus líderes y pueblos luchan tesoneramente por restablecer la paz y estabilidad tras las intervenciones extranjeras armadas, que han generado grandes traumas y sufrimiento humano.
No debemos olvidar que este no es un fenómeno nuevo, ni exclusivo de grupos terroristas. Hay que decir que la promoción de las guerras a lo largo de la historia contemporánea ha tenido como causantes y protagonistas principales a las grandes potencias del mundo, que son a su vez los primeros productores y comercializadores de armas, los que necesitan incontables recursos naturales para cubrir su consumo desmedido y los buscan bajo cualquier condición y también son los principales responsables de los desmanes de la guerra, con sus efectos en los grandes flujos de refugiados, la explotación sexual en contra de los civiles, el trabajo forzado y la esclavitud moderna. Los promotores de estas tragedias están llamados a responder ante la justicia y la historia.
Venezuela nunca cejará en su exigencia a los diferentes actores de la comunidad internacional concernidos para que se ponga fin al suministro de apoyo financiero, logístico y armamentístico a los grupos terroristas y otros actores no estatales violentos, que promueven el delito de la trata de personas, trafican y esclavizan hombres y mujeres para ser utilizados como sujetos activos dentro de los conflictos armados, explotándoles de múltiples maneras y exacerbando el ciclo de sufrimiento y muerte. Ya basta de doble moral, de dobles raseros para evaluar y actuar contra los delitos asociados a la trata de personas en situaciones de conflicto. Es urgente que se condene el tráfico de personas y la esclavitud en formas modernas, pero la firme condena debe estar acompañada igualmente de acciones concretas que impidan que estas actividades sean propiciadas velada o directamente con fines políticos y económicos.
En este contexto, es fundamental atacar las causas raigales que inciden en la vulnerabilidad de las personas a ser víctimas de la trata. Resulta fundamental que se establezcan mecanismos eficientes de rendición de cuentas; debe reconstituirse el tejido económico y social de los países en situación de postconflicto, reforzando el rol del Estado en la promoción de la estabilidad, la erradicación de la pobreza, el desarrollo económico y la inclusión social, que a la postre son los verdaderos factores estructurales que evitarán que las bandas de traficantes que juegan con el sufrimiento humano en favor de mezquinos intereses puedan seguir prosperando en el medio de conflictos armados e, incluso, en situaciones de paz.
Por su parte, el Plan de Acción Mundial de las Naciones Unidas para Combatir la Trata de Personas constituye un punto de referencia y avance que marca los compromisos internacionales en la eliminación de este flagelo. Además, el contexto de la revisión del mismo que se adelantará en este año 2017, nos obliga a que se renueve y acreciente la voluntad de todos los Estados en cumplir cabalmente con deber irrenunciable de combatir este crimen, incrementando sus mecanismos preventivos, la rendición de cuentas, recolección de data y evidencia.
Señor Presidente,
Para finalizar, al tiempo que reconocemos la iniciativa de abordar este complejo fenómeno en el seno del Consejo de Seguridad, y de modo particular la reciente aprobación de la Resolución 2331 en diciembre pasado, estimamos fundamental reconocer que el protagonismo en su abordaje corresponde esencialmente a la Asamblea General, en la que participan activamente todos los Estados, tomando en cuenta el carácter multidimensional y transversal de este flagelo. Además, la discusión debe orientarse fundamentalmente en la prevención y la erradicación de la trata de personas, y teniendo presente los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, en particular el respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos.
2017-03-16