Un “burguesito” arrodillado ante el capitalismo y que “odia la revolución” contra “un enchufado (favorecido)” sin propuestas cuyo único mérito es “que Hugo Chávez lo designó”: así se definen mutuamente Henrique Capriles y Nicolás Maduro durante su pasional batalla por la presidencia venezolana, reseña Afp.
En un país donde los ciudadanos viven la política con una intensidad sorprendente, las propuestas para solucionar problemas reales como la inseguridad, las dificultades económicas o la gestión del petróleo pasan a un segundo plano en esta campaña centrada en la personalidad de los candidatos.
“Votar por mí es votar por (el fallecido presidente Hugo) Chávez”, recuerda Maduro, favorito según la mayoría de las encuestas. “Quien quiera dormir tranquilo venga conmigo”, afirma Capriles.
“Dadas las circunstancias: la muerte Chávez, la brevedad de la campaña y el abrumador ventajismo oficial, Capriles optó por entrar en la confrontación y Maduro, por imitar a Chávez. Esto ha producido una campaña emocional donde no hay demasiado lugar para los argumentos”, declaró a la AFP Alberto Barrera, columnista político y coautor de la biografía “Chávez sin uniforme”.
La vertiginosa campaña venezolana está impregnada de lágrimas por Chávez, inundada de insultos cruzados, amenazas y acusaciones de sabotaje y parece reducirse a veces a las consignas prefabricadas o las pegadizas canciones usadas por los candidatos.
“La primera semana de campaña vimos a los dos candidatos recorriendo el país a una velocidad nunca vista pero no se observó ninguna confrontación de programas”, lamentó en un debate en televisión Eleazar Díaz Rangel, director del diario Ultimas Noticias, el más leído del país.
Durante 14 años el fallecido Hugo Chávez, carismático y con un arrastre inigualable en las campañas, logró que la personalidad del líder fuera más visible que sus propuestas concretas.
Pocos venezolanos conocen hoy los detalles del programa de los candidatos y la mayoría elegirá entre un abogado o un ex chófer de autobús autodidacta; entre un codiciado soltero de 40 años o un esposo, padre y abuelo de 50; entre un gobernador que no dudó enfrentarse a Chávez o un obrero socialista ungido por el difunto presidente, entre un político precoz que fue presidente de la Cámara de Diputados con 26 años o un ex ministro de Exteriores que creció a la sombra de Chávez.
“En el territorio del desespero la oposición se maneja mejor porque lleva demasiados años contra las cuerdas, resistiendo. En cambio, al gobierno se le ha visto algo histérico, muy dispuesto a las amenazas y dedicado a inventar magnicidios, sabotajes o ataques terroristas”, agregó Barrera.
Incisivos y provocadores
“Yo no soy la oposición, soy la solución”, ha afirmado Capriles, quien cambió su táctica con respecto a las presidenciales de octubre, cuando perdió frente a Chávez, y apuesta por ataques directos y por el uso de los símbolos que el gobierno hizo suyos.
El candidato se viste de rojo, color de los adeptos del chavismo, usa camisas de la estatal petrolera Pdvsa, se abraza a la bandera y ha llamado a su comando de campaña “Simón Bolívar”.
Para él, Maduro es simplemente “Nicolás”, un hombre “sin propuestas” al que el pueblo no eligió e incapaz de resolver los problemas del país.
“Capriles ha mejorado sustancialmente su imagen y estilo de campaña. Ha pulido su oratoria, tiene más seguridad y está claro en cuáles deben ser sus puntos de ataque”, declaró a la AFP Alexander Luzardo, doctor en Derecho Político y profesor de la Universidad Central de Venezuela.
Frente a él, Maduro apuesta por hacer campaña en nombre de Chávez y su programa. La voz en “off” del fallecido mandatario preside sus mítines y su figura inspira sus discursos.
“Ayúdenme a ser un buen comandante en jefe. Yo no soy Chávez, ustedes lo saben, pero soy su hijo”, clamó.
Maduro ha respondido a Capriles con el ya popular “baile de la obsesión”. “Está obsesionado conmigo. No deja de llamarme. ¡¡Nicolassssssss Nicolasssssss!!”, ridiculiza Maduro a su adversario, moviendo el cuerpo como si tuviera un ataque de nervios.
Para el heredero de Chávez, su adversario es “un mantenido” que “nunca ha trabajado”, tiene un apartamento en Nueva York, venderá el país a los empresarios y olvidará a los trabajadores. “No es uno de los nuestros”, dijo a sus seguidores.
Maduro, consciente del valor de la familia en Venezuela, hace campaña arropado por un hijo, sus nietos y su compañera sentimental, Cilia Flores, un peso pesado del PSUV (partido en el poder), mientras Capriles se convierte en el soltero de oro del país.
“En política jamás hay que subestimar a nadie. Chávez eligió a Maduro y por algo será porque había otras personas y lo escogió a él. Maduro es un hombre con experiencia política y con una alta formación de gobierno más allá de las críticas que pueda recibir”, advirtió Luzardo.
Para Barrera, los días más agresivos están por llegar y se producirán a partir del 11 de abril, cuando finaliza oficialmente la campaña. “Entre el 11 y el 14 de abril veremos al Estado contra un Capriles amordazado por la ley” electoral, previó Barrera./AFP