Armando Altuve/[email protected]
Chaqueta negra, chaleco antibalas, arma de fuego 9 milímetros y un radio. Esos son los artículos que llevan consigo, durante su compleja jornada. A los escoltas les toca proteger a una persona, ya sea empresario, político o afamado artista, esté en inminente peligro o, simplemente, necesite ser custodiado. En el país hay cerca de 8 mil guardaespaldas registrados en asociaciones.
A pesar de su misión de proteger, los guardaespaldas también son sometidos por el flagelo de la inseguridad. Las cifras extraoficiales indican que en lo que va de 2015 cerca de 21 escoltas han caído a manos del hampa. De ese total, 10 prestaban servicio a funcionarios públicos adscritos al Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv). Esta semana, al escolta de Elías Jaua, candidato a la Asamblea Nacional, le propinaron varios disparos para robarle el arma y la motocicleta de alta cilindrada que conducía.
El robo de armas es el objetivo común de los delincuentes cuando azotan a los custodios. Pero, no solo los escoltas son blanco de los hampones, también los funcionarios policiales. Cifras extraoficiales precisan que 93 agentes han perdido la vida para quitarle el arma de reglamento.
Rafael Sarramera, experto en protección y seguridad, afirma que 70% de los guardaespaldas suelen ser asesinados a altas horas de la noche cuando abandonan su guardia; 20% es atacado en horas de la mañana, al salir al trabajo; mientras que 10% durante su jornada laboral. Recomienda que, ante el peligro, las empresas habiliten espacios donde los escoltas puedan pernoctar.
Sarramera, quien fue coordinador de seguridad del extinto Ministerio para la Juven- tud, cree que parte de los escoltas abatidos no contaban con el entrenamiento adecuado. “Cuando coordinaba, de 10 protectores, solo dos estaban capacitados”, señala.
Lea más de este Tema especial en su Diario 2001
2015-08-14