Después de los 60 años, mantenerse activo físicamente es fundamental para conservar la salud y la autonomía. El ejercicio regular ayuda a mantener la fuerza muscular, la flexibilidad y el equilibrio, reduciendo el riesgo de caídas y lesiones. Además, mejora la circulación, fortalece el corazón y contribuye a controlar el peso, la presión arterial y el azúcar en sangre.
La actividad física también favorece la salud mental: estimula la memoria, reduce el estrés y combate la depresión, promoviendo una actitud positiva ante la vida. No se trata de realizar esfuerzos intensos, sino de incorporar hábitos como caminar, nadar, practicar yoga o bailar.
Mantenerse en movimiento después de los 60 no solo prolonga la vida, sino que mejora su calidad, permitiendo disfrutar de una mayor independencia y bienestar general.
Ejercicios para después de los 60 años
Especialistas en salud y actividad física recomiendan una combinación equilibrada de ejercicios aeróbicos, de fuerza, flexibilidad y equilibrio, adaptados a las capacidades individuales y supervisados por un profesional cuando sea necesario.
Los ejercicios aeróbicos, como caminar a paso ligero, nadar, montar en bicicleta o bailar, son ideales para fortalecer el corazón y los pulmones, mejorar la circulación y controlar el peso corporal. Se aconseja realizarlos al menos 150 minutos por semana, distribuidos en sesiones de 30 minutos la mayoría de los días.
El entrenamiento de fuerza es clave para prevenir la pérdida de masa muscular y ósea asociada al envejecimiento. Actividades como levantar pesas ligeras, usar bandas elásticas o realizar ejercicios con el propio peso corporal ayudan a mantener la fuerza y la estabilidad.
Asimismo, los ejercicios de flexibilidad contribuyen a conservar la movilidad articular y reducir el riesgo de lesiones. Por su parte, el tai chi y el pilates son excelentes para mejorar el equilibrio y la coordinación, disminuyendo las probabilidades de caídas.
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