La manera en que nos alimentamos, sin duda, tiene un impacto en nuestra salud, ya sea positivo o negativo. La dieta mediterránea es un patrón alimenticio inspirado en las tradiciones culinarias de países que rodean el mar Mediterráneo, como España, Italia y Grecia.
Se caracteriza por un consumo abundante de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva como principal fuente de grasa. También incluye pescado y mariscos varias veces por semana, cantidades moderadas de lácteos y aves, y un consumo limitado de carnes rojas y alimentos procesados. El vino tinto, en cantidades moderadas, suele formar parte de las comidas.
Sus beneficios son ampliamente reconocidos por la ciencia: ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares gracias a sus grasas saludables, contribuye al control del colesterol y la presión arterial, y favorece un peso equilibrado.
Además, se asocia con una menor incidencia de diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer, deterioro cognitivo, y un reciente estudio dirigido por investigadores de Mass General Brigham, Harvard TH Chan School of Public Health y el Broad Institute of MIT y Harvard, revela cómo esta dieta compensa el riesgo genético de demencia.
Salud mental con la dieta mediterránea
Esta forma de alimentarse podría ser una herramienta poderosa para quienes tienen un riesgo genético elevado de padecer Alzheimer, especialmente aquellos con la variante APOE-E4, la más fuerte identificada hasta ahora.
Según un estudio reciente de la Universidad de Harvard, las personas que siguen esta forma de alimentación presentan un riesgo más bajo de desarrollar demencia y una cognición más lenta en declive, incluso si tienen dos copias del gen APOE-E4, lo que les eleva el riesgo hasta 12 veces en comparación con quienes no lo portan.
La investigación se basó en datos de más de 5.700 participantes de dos estudios a largo plazo, que respondieron cuestionarios de alimentación durante décadas y aportaron muestras de sangre para analizar metabolitos.
Descubrieron que la dieta mediterránea influye en estos metabolitos, transformando el perfil sanguíneo hacia uno más protector. En personas con dos copias del gen de alto riesgo (APOE-E4), quienes seguían esta dieta redujeron su riesgo de demencia en alrededor del 35 %, mientras que quienes tenían una o ninguna copia vieron un beneficio más modesto, cercano al 5 %.
En palabras de la autora principal, esta evidencia respalda la idea de la "nutrición de precisión": adaptar recomendaciones alimentarias según el perfil genético de cada persona para prevenir la demencia de manera más efectiva.
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