Los análisis de sangre son una herramienta clave para cuidar nuestra salud. A través de ellos, los médicos pueden detectar posibles alteraciones en el organismo, desde niveles elevados de colesterol o glucosa hasta signos tempranos de anemia, problemas renales, enfermedades del hígado o alteraciones en la tiroides. Estos exámenes permiten intervenir a tiempo, incluso antes de que se manifiesten síntomas.
Dicho esto, no quiere decir que mientras más análisis de sangre realicemos, más sanos estaremos, todo lo contrario, realizar exámenes sin razón médica podrían reflejar falsos positivos.
Frecuencia de los análisis de sangre
Según médicos como la doctora Ana Pérez y el doctor Sergio Cinza, en adultos sanos no es necesario hacerse análisis cada año si no hay síntomas o riesgos específicos. Como explica Pérez, “si se piden sin una razón médica clara, pueden llevar a una cascada de pruebas innecesarias”.
Asimismo, Cinza coincide en que hacer pruebas sin motivo clínico hace que se generen preocupaciones o diagnósticos que realmente no aportan nada útil, y pueden incluso llevar a sobretratamientos o falsas alarmas.
Entonces, ¿con qué frecuencia conviene realizarlos? En adultos sin factores de riesgo como hipertensión, obesidad, antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular o diabetes, se aconseja hacer un análisis cada 2 a 3 años, o cuando el médico lo considere necesario a partir de los 40 años, como parte de los controles preventivos básicos.
Si hay condiciones específicas como colesterol alto, diabetes, antecedentes familiares, tabaquismo, obesidad, etc., los análisis deben hacerse de forma más regular, como cada año, o cada 6 meses, según lo indique el profesional.
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