La demencia es un síndrome caracterizado por la pérdida progresiva de las funciones cognitivas, como la memoria, el lenguaje, la atención y la capacidad para resolver problemas. Afecta significativamente la vida diaria de quien la padece. No es una enfermedad específica, sino un conjunto de síntomas que pueden ser causados por diversas afecciones, como el Alzheimer, la demencia vascular o la demencia por cuerpos de Lewy.
El deterioro cognitivo, por otro lado, es una disminución leve pero notoria en las habilidades mentales. Puede ser parte del envejecimiento normal o un signo temprano de una forma de demencia. Las personas con deterioro cognitivo leve suelen mantener su independencia, aunque notan dificultades con la memoria o el pensamiento.
Ambos trastornos afectan el cerebro y pueden evolucionar con el tiempo. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden ayudar a ralentizar su progreso y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias.
Hábitos para evitar la demencia y el deterioro cognitivo
La psicóloga Kellyn Lee recomienda adoptar dos hábitos clave para reducir el riesgo de demencia y deterioro cognitivo: seguir una dieta saludable y mantener actividad física regular.
Lee promueve un patrón alimentario rico en frutas, verduras, pescado, nueces y legumbres, similar a la dieta Mediterránea. Diversos estudios muestran que este tipo de alimentación está asociada con una reducción significativa del riesgo de Alzheimer y deterioro cognitivo.
En particular, la dieta MIND ha demostrado ser eficaz para preservar la función cognitiva y ralentizar la progresión hacia demencia incluso en adultos mayores con deterioro leve. Además, el consumo elevado de carnes rojas procesadas, como embutidos o tocino, se ha relacionado con aumento del riesgo de demencia, mientras que sustituirlas por pescados, nueces o legumbres actúa como medida preventiva.
Como segundo hábito, Lee también recomienda realizar ejercicio de intensidad moderada de forma regular. Estudios indican que incluso solo cinco minutos diarios de ejercicio ligero pueden asociarse con una reducción significativa del riesgo de demencia en adultos mayores.
Además, la actividad física favorece la reserva cognitiva, mejora la plasticidad neuronal, reduce la inflamación y el estrés oxidativo, aumenta el volumen del hipocampo y la sustancia gris, y potencia las funciones ejecutivas como memoria de trabajo y planificación.
Según diversas revisiones y metaanálisis, estas dos intervenciones podrían prevenir o retrasar hasta un 35 % de los casos de demencia, especialmente si se inician desde la mediana edad.
Visita nuestra sección Variedades
Mantente informado en nuestros canales
de WhatsApp, Telegram y YouTube
