La toxoplasmosis es una infección causada por un parásito llamado Toxoplasma gondii. Este parásito puede encontrarse en las heces de los gatos, en la carne cruda o mal cocida y en alimentos o agua contaminados. Generalmente, las personas sanas que se infectan no presentan síntomas o solo tienen molestias leves, como fiebre, cansancio o dolor muscular, parecidas a una gripe.
Sin embargo, la toxoplasmosis puede ser peligrosa para las mujeres embarazadas y para las personas con defensas bajas, ya que puede afectar al bebé o causar complicaciones graves.
Para prevenirla, se recomienda cocinar bien la carne, lavar frutas y verduras antes de comerlas, evitar beber agua sin tratar y usar guantes al limpiar la caja de arena de los gatos. Con medidas simples de higiene, es posible reducir mucho el riesgo de contagio y mantener una buena salud.
Repercusiones de la toxoplasmosis
Según el doctor Javier Mota, infectólogo del Grupo Médico Santa Paula (GMSP), el 80% de las personas infectadas no presentan síntomas gracias a su buena respuesta inmunológica, mientras que el 20% restante, especialmente embarazadas o pacientes inmunodeprimidos, pueden desarrollar complicaciones graves.
Los síntomas iniciales incluyen inflamación de ganglios, debilidad, dolor de cabeza y fiebre leve. El parásito puede afectar órganos como la retina y el cerebro, provocando problemas de visión o alteraciones neurológicas.
Durante el embarazo, la toxoplasmosis puede causar aborto espontáneo o daños cerebrales y oculares en el feto, sobre todo si el contagio se produce en el primer trimestre. Por ello, se recomienda realizar estudios de serología y ecografía fetal para detectar posibles complicaciones.
El diagnóstico se realiza mediante pruebas serológicas, y el tratamiento temprano permite una recuperación efectiva. El GMSP ofrece atención especializada, laboratorio moderno y estudios de imagen de alta precisión.
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