Hay días en los que despertamos sin energía, incluso después de haber dormido varias horas. Esto puede deberse a varios factores físicos y emocionales. La calidad del sueño influye tanto como la cantidad: si dormimos con interrupciones, en un ambiente incómodo o con mucho ruido, el descanso no es reparador.
También influyen los hábitos del día anterior, como una cena pesada, el consumo de alcohol o el uso excesivo de pantallas antes de dormir. A nivel emocional, el estrés, la ansiedad o las preocupaciones acumuladas pueden impedir que el cuerpo y la mente se relajen por completo durante la noche.
Además, una alimentación deficiente, la deshidratación o la falta de ejercicio pueden hacer que el metabolismo sea más lento. Por eso, cuidar los hábitos diarios y mantener una rutina de sueño adecuada es clave para despertar con energía y afrontar el día con una actitud positiva.
Energía para todo el día
Juan Nattex, experto en descanso, asegura que lo más importante no es cuántas horas dormimos, sino cómo dormimos. Hay personas que duermen ocho horas y aún así se levantan cansadas, mientras que otras con menos tiempo logran sentirse descansadas.
La explicación está en los ciclos de sueño, que son periodos aproximados de noventa minutos y están divididos en tres fases: sueño ligero, sueño profundo y sueño REM. Si despertamos en medio de uno de esos ciclos, especialmente durante el sueño profundo, es probable que nos sintamos fatigados.
Para favorecer un buen descanso, Nattex recomienda completar entre cuatro y seis ciclos completos, lo que equivale a entre seis y nueve horas de sueño (dependiendo de la edad y las necesidades personales). Además, sugiere mantener horarios de sueño constantes, limitar el uso de pantallas antes de dormir y crear un entorno tranquilo que favorezca el descanso.
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