La manicura dipping es una técnica innovadora en el mundo de las uñas que ha ganado popularidad en los últimos años debido a su durabilidad, acabado impecable y proceso de aplicación relativamente sencillo. A diferencia de otros métodos como el gel o el acrílico, el dipping no requiere el uso de lámparas UV o LED para secarse, lo que lo convierte en una opción más rápida y conveniente para muchas personas.
El proceso de una manicura dipping comienza con la preparación de las uñas, que incluye limar, dar forma y aplicar una capa base para asegurar que el polvo se adhiera correctamente.
A continuación, se sumerge la uña en un polvo pigmentado, que puede ser de diferentes colores, y se retira el exceso. Este proceso se repite generalmente entre dos y tres veces para obtener el color deseado y una capa de grosor adecuada.
Después de sumergir las uñas, se aplica un activador que ayuda a endurecer el polvo, convirtiéndolo en una capa sólida y resistente. Finalmente, se aplica una capa superior para sellar y dar brillo a las uñas, lo que garantiza un acabado brillante y duradero.
Ventajas del dipping
Una de las principales ventajas de la manicura dipping es su durabilidad. Este tipo de manicura puede durar de tres a cinco semanas sin astillarse, lo que la hace ideal para personas con un estilo de vida activo o para quienes desean una manicura de larga duración sin necesidad de retoques frecuentes.
Además, es menos agresiva para las uñas naturales en comparación con el acrílico, ya que no se requiere limar la superficie de la uña tan intensamente.
No obstante, es importante tener en cuenta que, aunque el proceso de aplicación es menos dañino, la eliminación de una manicura dipping debe hacerse con cuidado para evitar dañar la uña natural. Esto generalmente implica remojar las uñas en acetona durante unos minutos para ablandar el producto antes de retirarlo suavemente.
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