El humo del cigarrillo contiene componentes que generan efectos agudos y crónicos en el organismo, como irritación de las vías respiratorias, tos y espasmo bronquial. Una persona que tenga el hábito diario de tabáquico de manera exagerada es propenso afectar la capacidad de respirar bien, lo que repercute de forma negativa al momento de hacer ejercicios.
El efecto del tabaco disminuye también la función pulmonar pudiendo desencadenar una bronquitis, enfisema y agravar la neumonía y asma. A largo, plazo, se asocia también al desarrollo de cáncer, enfermedades cardiovasculares, problemas de circulación periférica, hemiplejia y aumento del riesgo de impotencia sexual.
El doctor Ricardo Javornik, médico deportivo anima a los fumadores a abandonar el hábito para prevenir esas patologías, y mejorar paulatinamente la capacidad de respirar. “Mientras más se haya fumado (en número de cigarrillos y tiempo), más tarda el organismo en recuperar la función pulmonar”. Tanto en el sistema respiratorio, junto con el circulatorio y los músculos, son parte esencial de la resistencia aeróbica de cualquier persona”, por lo que una buena técnica respiratoria es fundamental para disfrutar los beneficios que aporta la actividad física.
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