Ellas hicieron cambios sorprendentes para lograr interpretaciones magistrales, en grandes películas de Hollywood.
La chica del dragón tatuado
Rodney Mara estuvo nominada en el 2012 al Óscar por su interpretación de Lisbeth Salander, una experta hacker, en la saga Millenium: la saga de libros de Stieg Larsson. Pero su metamorfosis no fue nada fácil, tuvieron que perforarle un pezón, el labio y la ceja; incluso el director, David Fincher, le pidió que se emborrachara y que le mandara una fotografía de su cara al día siguiente; para él, esto fue clave en la elección de la actriz. Además, le advirtieron que su vida cambiaría para siempre y que algunas escenas podrían marcarla definitivamente. De hecho la actriz se negó a volver a interpretar a Salander en los otros dos libros.
Los miserables
Anne Hathaway, interpretó a Fantine en la cinta Los Miserables, papel que la hizo merecedora el Óscar como mejor actriz secundaria en el 2013. Para el rol, perdió 11 kilos e incluso el director, Tom Hooper, aseguró que intentó que parara, pero que ella “fue más lejos de lo que debía”.
Las horas
Nicole Kidman: “quise renunciar, pero elegí perderme en el personaje”, fueron las palabras de la artista luego del estreno de Las Horas, una película donde le daba vida a la escritora Virgina Woolf y por la que ganó un Globo de oro como mejor actriz dramática. “Llegué a pensar en dejarlo todo. Tenía miedo y no estaba feliz, me parecía una locura trabajar, porque no tenía fuerzas para nada”, confesaba ya más tranquila mientras hablaba de su trabajo, en el cual debió usar una peluca y nariz falsa.
Monstruo
Charlize Theron, en un personaje que la hacía lucir irreconocible, en un filme en el que le daba vida a asesina en serie Aileen Wuornos. Engordar más de 10 kilos y someterse a casi cinco horas diarias de maquillaje para parecerse al personaje real, le valieron un Óscar en el 2004 como mejor actriz principal.
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