La mandarina es una fruta no solo cautiva por su aroma, sino que es considerada una de las más completas, ya que su pulpa está formada por numerosas vesículas que aportan vitaminas antioxidantes y grandes beneficios para el organismo.
Existen en todo el mundo más de 20 especies con frutos comestibles, suelen ser pequeñas y se destaca por tener dentro de sus componentes agua y poca azúcar, lo que las ha convertido en una fruta bien apreciada.
Variedades
Satsuma: Se destaca por su gran tamaño, dura cortaza y son por lo general de color verdoso-amarillo. Se utilizan a nivel industrial para la fabricación de conservas en almíbar sus gajos y se usa como jugo natural.
Clementinas: Son las más populares y estas son las que se consumen como fruta y en jugo, tienen un tamaño pequeño, posee pocas semillas, son jugosas y de gran sabor.
Comunes: Son las de origen mediterráneo, su forma es redonda posee una piel fina y lisa de color naranja-amarillo. Al quitar la concha emana una dulce fragancia y posee gran jugo al igual que semillas.
Híbridos: Tal como su nombre lo indica se originas del resultado de cruzamiento entre especies. Esta variedad de suele tener la piel pegada a la pulpa.
Cáscara de mandarina
La mayoría de las personas que consumen la mandarina, terminan desechando la cáscara. Sin embargo, esta contiene una cantidad de beneficios que favorecen al organismo.
La mejor manera de aprovechar esta cáscara es preparando una infusión. Aquí te decimos por qué debes conservarlas.
Para qué sirve el té de mandarina
Reduce la ingesta de calorías
Ayuda a bajar el colesterol
Equilibra la azúcar en la sangre
Desintoxica el cuerpo
Protege la vista
Reduce el estrés y la ansiedad
Ayuda a reducir peso rápidamente
Alivia la tos
Elimina la flema del sistema respiratorio
Sirve para exfoliar la piel
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