El mal de Parkinson está considerado como “un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva”. Este aparece como consecuencia directa de la destrucción de las neuronas encargadas de producir dopamina, el neurotransmisor vital para el control de los movimientos del cuerpo.
Después del Alzhéimer, es el segundo trastorno neurológico más común en el mundo y pertenece a los desórdenes del movimiento.
Síntomas
Los temblores incontrolables y la falta de control en los movimientos en general suelen ser una característica del mal de Parkinson. Sin embargo, este trastorno neurológico también puede generar en el paciente alteraciones en el sueño, rigidez muscular, depresión, falta de memoria, pérdida del olfato, alteraciones visuales, estreñimiento, ansiedad, fallas en el funcionamiento del sistema gastrointestinal, sudoración y cambios de temperatura, entre otros.
James Parkinson, fue el médico que describió por primera vez los síntomas de esta enfermedad.
No hereditaria
La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace énfasis en que este tipo de enfermedad puede afectar a cualquier persona sin ningún antecedente médico, ya que en general “los trastornos neurológicos afectan a personas de todos los países, sin distinción de sexos, niveles de educación ni de ingresos”.
Diagnóstico
Al identificar uno o más de los síntomas nombrados anteriormente, es imprescindible solicitar una cita con un neurólogo. El médico experto realizará una serie de pruebas y, según la historia clínica del paciente, podrá diagnosticar o no el trastorno degenerativo. Actualmente, no se ha encontrado un marcador bioquímico que determine en la sangre la existencia de la enfermedad.
Etapas
El diagnóstico temprano de este trastorno neurológico juega un importante papel en la disminución de los síntomas. La FEP especifica que la enfermedad de Parkinson “tiene un curso progresivo, que puede variar en función de la persona, y atraviesa por diferentes etapas”. Específicamente, se conocen cinco estadios:
I. Afectación unilateral del cuerpo.
II. Afectación bilateral sin alteración del equilibrio.
III. Afectación bilateral con alteración del equilibrio.
IV. Aumento del grado de dependencia.
V. Severamente afectado y dependiente.
Consecuencias
Aunque por sí sola esta enfermedad no causa la muerte, si puede dar pie a otro tipo de padecimiento que afecte mortalmente al organismo. Además de los síntomas físicos visibles, el mundo psicológico del paciente y sus familiares pueden verse afectados con el mal, incidiendo directamente en su calidad de vida.
Además de tener citas neurológicas, es importante visitar a especialistas en psicología que ayude al paciente y su círculo cercano a enfrentar los cambios físicos.
Buscando una cura
Si bien existen en el mercado diversos de medicamentos, intervenciones quirúrgicas y terapias rehabilitadoras ideadas para disminuir y mejorar los síntomas, todavía no se ha encontrado una solución que ponga fin a este grave padecimiento.
La elección del tratamiento depende de factores como la edad, las características clínicas, la gravedad de la enfermedad y los trastornos asociados. Básicamente, este tipo de fármacos buscan “reestablecer el contenido de dopamina en el cerebro”.
Prevención
No existe una actividad que impida la aparición de los trastornos degenerativos. Sabemos que el organismo necesita una alimentación balanceada y realizar constante actividad física y mental; además, está demostrado que incluir en la dieta diaria alimentos antioxidantes, trata de consumir pescado, huevos, remolacha, plátanos y alimentos ricos en vitamina C y E.
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