Para Britney Spears, el hashtag #FreeBritney ha sido toda una revolución desde el pasado 2020. Y muchas han sido las teorías que hemos escuchado acerca de lo que sucedió entre la princesa del pop y su padre.
Desde 1992, esta artista estadounidense ha trabajado por una carrera exitosa. Que, como todo; ha tenido sus altos y bajos; siendo justamente este conflicto familiar el más sonado en toda su trayectoria.
El trabajo de un padre siempre será el de velar por la seguridad de sus hijos. Sin embargo, las intenciones de Jamie Spears han sido cuestionadas a lo largo de los años, hasta el punto de ser etiquetado como abusador, explotador y controlador. Pero… ¿cómo esta historia llegó hasta este punto?
Tutela de Britney
En el 2008, justo en su la cúspide musical, Britney sufrió de varios altercados en su vida. Llevándola a realizar algunos actos que hicieron que muchos dudaran de su salud mental. ¿Recuerdas esas fotografías de ella huyendo de la prensa con la cabeza completamente rapada? Pues fue justo en ese momento en el que ella sentía que su vida se estaba desmoronando, aunque muchos pensaran que todo era un cuento de hadas.
Luego de un repentino divorcio en 2004, la princesa del pop había encontrado a un nuevo príncipe. Pero su historia de amor con Kevin Ferderline no fue la más duradera, firmando un segundo divorcio en el 2007. Mismo en el que perdió la custodia de sus dos hijos, una situación que la hizo perder su norte.
Luego de ser acusada de consumir sustancias ilícitas, haber acudido a varias terapias y procesos de rehabilitación y además ser diagnosticada con ansiedad, su familia decidió interceder. Y ante un juzgado, el padre solicitó una tutela para ayudar a su hija a construir nuevamente el camino al éxito. Sin embargo, este fue el principio de una historia complicada.
Él controla todo
Mucho se habló en aquel momento de que las condiciones de esa tutela eran bastante estrictas. Pues Britney había perdido el control total de sus finanzas, situación legal, permisos de movilización y hasta la capacidad de aceptar o no proyectos laborales. Quedando todas las decisiones en manos de su papá.
Era él quien controlaba cada factura y gasto, cada viaje, presentación, contrataciones del equipo, incluyendo sus abogados, y hasta los horarios de su hija. Es decir, no había ni un solo paso que ella pudiese dar sin el consentimiento de Jamie.
Lo más insólito fue que el juez del caso aceptara conceder a su padre el control y seguimiento de sus médicos y tratamientos. Lo que limitó a la estrella a buscar diferentes especialista u opiniones sobre su salud.
Se cansó del control
Luego de que su padre sufriera de un grave problema de salud el pasado 2019, Britney anunció una “pausa indefinida” en su carrera. En marzo de ese mismo año, Andrew Wallet, quien sería el abogado cotutor de dicha tutela; anunció su renuncia.
Oportunidad que la artista usó a su favor, por lo que en mayo se presentó ante un tribunal para solicitar fueran suavizadas las medidas de control. Petición que fue negada.
Pero, para su gran suerte, la situación de su padre se complicó, por lo que, en 2020, le fue asignada una tutora provisional por parte del juzgado. Una mujer llamada Jodi Montgomery, momento clave en todo el caso, pues esto significó un gran paso hacia su libertad.
La nueva tutora decide ayudar en el estudio del caso, por lo que permite que Britney contrate a su propio abogado, Mathew Rosengart. Quien en mayo de 2021 solicitó a un juez poner fin a esta situación de control.
En la audiencia, la cantante pidió al estado de California que se le permitiera reemplazar a su padre como tutor. Ya que al no haber evaluaciones psiquiátricas la cantante no puede ser removida por completo de dicha tutela. Esta nueva persona se encargaría de custodiar su comportamiento, mientras que un banco de los Estados Unidos sería el responsable de sus finanzas junto a ella y un abogado.
Sin embargo, Jamie Spears rechazó esta petición y aseguró que no renunciaría a dicha tutela.
Finalmente, luego de 13 años en el control, el padre decide renunciar el 29 de septiembre de 2021. A partir de ese momento la princesa del pop, con 39 años, podría tomar posesión de su fortuna de más de 60 millones de dólares. Aunque la jueza Brenda Penny asignara un contador para colaborar con Britney en sus gastos.
Por Estefanía Roa
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