Acusaciones por violación, pedofilia, lavado de dinero, secuestros y más, manchan los años de tradición y “buen nombre” de las familias reales más importantes del mundo. El caso del príncipe Andrés de York, quien se encuentra en muy bajo perfil desde su escándalo por la relación con el caso Epstein, dio un vuelco cuando se conoció que el hijo de Esther Salas, jueza encargada del proceso, fue asesinado por un sicario que se hizo pasar por un funcionario de una empresa de entrega de paquetes.
Sucedió en Nueva Jersey, donde vive la jueza: tocaron el timbre, su hijo salió y le dispararon; sin embargo, se dice que ella (quien estaba en el sótano, por lo que salió ilesa) era el objetivo. Surge la interrogante de que, con Epstein muerto y su pareja, Ghislaine Maxwell, detenida, ¿quién está detrás de todo esto?
El panorama pinta cada vez peor para el príncipe, puesto que ya está más que confirmado que conocía a Virginia Roberts, la mujer que lo acusó de haberla violado cuando tenía 17 años, y –hasta la fecha– se ha negado a colaborar con el FBI para intentar limpiar su nombre.
Otro escándalo por abuso sexual
Simon Bowes-Lyon, de 34 años y primo tercero de la reina Isabel II, fue condenado a pasar 10 meses en la cárcel por agredir sexualmente a una mujer en el castillo de Glamis, un espacio que pertenece a su familia. Previamente, el familiar del monarca había declarado sentirse “muy avergonzado por mis acciones, las cuales han causado tanta angustia a una invitada en mi casa”.
Bowes-Lyon es el decimonoveno conde de Strathmore y Konghorne, y la prensa británica lo ha nombrado como el “primo depredador de la reina”. El hijo del sobrino nieto de la reina madre, pudo haber sido condenado hasta a cinco años de prisión, luego de admitir haber agredido a una de sus invitadas en su mansión ancestral en Escocia, la cual ha pertenecido a su familia desde 1372.
El día del crimen, Bowes-Lyon le dijo a la policía que era un simple granjero, y más tarde admitió ante un tribunal que había entrado de madrugada, y por la fuerza, a la habitación en la que la víctima dormía (una mujer de 26 años que no ha sido identificada para proteger su identidad), le agarró los pechos, tiró de su ropa y la tiró contra la pared, en un asalto que llegó a durar hasta 20 minutos. El juez decidió darle libertad bajo fianza y crearle un registro como delincuente sexual, hasta el día de su juicio.
La víctima confesó que, cuando finalmente pudo sacarlo de la habitación y pedir ayuda a otros huéspedes, Bowes-Lyon volvió a intentar entrar y otro hombre tuvo que acudir para ayudar a la víctima. Esta persona en cuestión declaró que ella estaba “muy afectada”; y que cuando él fue a pedir explicaciones al acusado, “este ya se había quedado dormido”.
¿Con los días contados?
En España, las cosas no están mejor: Iñaki Urdangarín, esposo de la infanta Cristina de Borbón y, por tanto, cuñado del rey Felipe VI, paga –desde 2017– seis años de cárcel debido a su participación en el caso Nóos, en el cual cobró dinero por servicios que nunca fueron prestados.
En la actualidad, el exduque de Palma de Mallorca, se encuentra finalizando sus cuentas pendientes con la justicia. En diciembre de 2020, fue trasladado al Centro de Inserción Social de Alcalá de Henares, luego de habérsele aplicado el artículo 102.2 de Reglamento Penitenciario, lo que significa que Urdangarín podría pasar fuera de la institución los fines de semana y trabajar en (inicialmente) el Hogar Don Orione, donde realizaba, hasta la fecha, sus labores de voluntariado. Además, el yerno del rey Juan Carlos I trabajará con un reconocido bufete de abogados, donde se espera que poco a poco vaya retomando su carrera como consultor.
Acusado y escapado
El rey Juan Carlos I tiene su propio escándalo digno de un rey. En marzo del año pasado, un periódico suizo reveló documentos que acusaban al monarca de tener una cuenta bancaria secreta en Suiza, y que estaba a nombre de una fundación panameña. Aquí habría recibido hasta 100 millones de dólares en 2008, provenientes del rey de Arabia Saudita y, de esa misma suma, transfirió 65 millones a su amante en esa época, Corinna Larsen.
Este escándalo afectó al rey Felipe VI, a quien acusaron de ser beneficiario legal de esta cuenta de su padre, por lo que el rey tuvo que renunciar a esta herencia de su progenitor, y le quitó las subvenciones de la Corona. Ante el escándalo, el rey emérito decidió retirarse al extranjero, con la finalidad de que el jefe de estado, su hijo, pudiera desarrollar sus funciones de forma más tranquila; aunque en su momento no dijeron a dónde se dirigía, más tarde se dio a conocer que se encuentra en los Emiratos Árabes.
Secuestros y maltratos
La princesa Latifa, de 35 años y una de las 25 descendientes del emir de Dubái, Rashid Al Maktoum, intentó huir en 2018 del país y llegar al Reino Unido, donde pretendía pedir asilo político. Pero fue interceptada en la India; y la princesa cuenta, a través de videos grabados secretamente y enviados a sus amigos cercanos, que fue sedada y despertó en Dubái, en una villa en la que está secuestrada. Dice que es vigilada por guardias que se turnan, y que el único sitio con cerradura en el que puede enviar mensajes al exterior, es el baño.
Por su parte, su hermana mayor, la princesa Shamsa, huyó en el año 2000 de la residencia familiar en Surrey, al sur de Inglaterra, se escondió en Cambridge, pero luego desapareció. Después les envió mensajes a sus amigos desde Dubái. La Policía de Cambridge intentó interrogarla, pero no fue autorizada, pues dijeron que era un caso de “materia privada”. De ella no se sabe nada, y de Latifa solo se conoce la mediática campaña que han hecho sus amigos, “Free Latifa”, y algunos mensajes en los que dice: “no sé qué será de mi futuro, hay barrotes en todas las ventanas y guardias en todas las puertas, estoy desesperada”, decía la princesa.
Además, la princesa Haya de Jordania, esposa del emir y medio hermana del rey Abdalá de Jordania, tuvo más suerte en su huida con sus hijos. La princesa aterrizó en Londres y se esconden bajo la guardia británica; con ella, el emir de Dubái ha actuado con más cautela, quizás porque su cuñado es rey y la princesa mucho más conocida mundialmente. Haya de Jordania pidió el divorcio; y la asesora, la famosa abogada Fiona Shackleton, logró que el tribunal le negara a Rashid Al Maktoum, quedarse con la custodia de sus hijos.
Por Isabel Da Cunha Ventura
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