Sin percatarnos, los momentos de calidad compartidos en familia crean y refuerzan los valores familiares como el sentido de pertenencia, a su vez que fortalece la unión familiar. El neurogastrónomo Merlin Gessen asegura que “se trata de construir poco a poco, y desde la infancia de los niños, el hábito de que coman todos juntos en familia o de que, por ejemplo, vean películas en casa y luego, tras crear la costumbre, se logre mantener en el tiempo, ya que no son los días que vivimos, sino las historias que podemos recordar. Esas memorias valen mucho porque dejan una impronta muy fuerte en la mente y en el corazón”.
La hora de sentarse a comer es fundamental que se haga en familia, y no solo las comidas, sino todas aquellas actividades que se puedan realizar como núcleo familia, ya que ayudarán a relajarnos, sentirnos amados o queridos.
Gessen advierte que pequeños detalles pueden interrumpir en la calidad del tiempo compartido, como utilizar los aparatos electrónicos a la hora de una rica conversación familiar. “El mundo digital aporta mucho placer hormonal inmediato al cerebro, sobre todo de serotonina y dopamina. Hay que evitar la tentación, manteniendo los aparatos electrónicos fuera del tiempo de disfrutar en familia”, asegura.
Otra manera de crear malos hábitos son las discusiones o charlas incómodas o estresantes a la hora de estar en familia, por ello lo que se recomienda es disfrutar del tiempo compartido de la manera más sana posible.