El azúcar tuvo un nacimiento algo incierto, estuvo primeramente en las mesas de lujo, hoy en día está al alcance de todos, sin embargo hay que consumirla con moderación para cuidar la salud.
Se cree que la caña de azúcar nació en lo que actualmente es Nueva Guinea y que la migración la llevó hasta el sur de Asia, India y Polinesia. Se considera que fue en este último lugar donde el azúcar fue consumido por primera vez y de ahí su gusto partió hacia la India. Pero otros historiadores consideran que el método de presionar la caña hasta obtener su jugo para hervirlo después hasta convertirlo en cristales, fue desarrollado en la India 500 años antes del nacimiento de Cristo.
Sería una buena noticia que tuviera usos terapéuticos, pero lo cierto es que, además de ser una fuente de calorías, no hay mucho que pueda decirse a su favor, excepto que antiguamente se usaba como sedante.
Su consumo en exceso contribuye a agravar padecimientos como la obesidad, hipertensión, diabetes, caries e hiperactividad en los niños. Su uso es indispensable para elaborar postres y dulces, pero jamás se debe premiar a los niños con un dulce, es mejor enseñarlos desde pequeños el valor de comer frutas frescas. Eventualmente si pueden tener acceso a los dulces.
La única medida que hay que tomar es la misma que con todo lo demás: moderación, con ella no habrá problema.
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