¿Caminar en ayunas o no? El paseo se ha instaurado en la rutina de buena parte de la población e incluso ha cobrado nuevas formas: en ayunas. El objetivo de esta variante es adelgazar, pero no hay que dejar de lado ciertas recomendaciones y también precauciones.
El ayuno se ha presentado en los últimos años como un recurso para adelgazar. Acompañado del adjetivo “intermitente” se han difundido sus beneficios para reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad, la diabetes, la apnea del sueño e incluso algunos tipos de cáncer.
Si hacemos ejercicio en ayunas, el organismo se ve obligado a compensar la disponibilidad de glucosa que no ha tenido (falta de comida durante horas), incrementando la oxidación de ácidos grasos en el músculo esquelético y el resto de tejidos.
De esta forma preserva la glucosa en la sangre y suple a los tejidos que la necesitan. El efecto físico sería, por tanto, la pérdida de grasa.
No es un método milagroso
Es importante recordar que no existen milagros para adelgazar y que caminar en ayunas no debe ser vista como la opción infalible a la hora de perder calorías. Mantener un peso adecuado es el resultado de una ecuación donde el ejercicio va de la mano de una dieta saludable.
Aunque son diversos los estudios científicos sobre los beneficios de la actividad física leve y moderada en ayunas, no hay que olvidar que estos se han hecho en su mayoría sobre población sana.
Las personas con patologías como insuficiencia renal, hepática o cardíaca deberían abstenerse de realizar esta práctica, al igual que las mujeres embarazadas o las personas con algún tipo de trastorno alimenticio.
Hay una patología en la que el ejercicio leve en ayunas está indicado: el síndrome metabólico. Se trata de un grupo de trastornos simultáneos que llevan al paciente a tener más riesgo de padecer enfermedades del sistema cardiovascular y diabetes tipo 2, como pueden ser la presión arterial alta, niveles altos de glucosa, exceso de grasa corporal y niveles anormales de colesterol o triglicéridos.
En este caso, caminar en ayunas favorece la tolerancia a la glucosa y la sensibilidad a la insulina, fundamental para que en estos pacientes no se desencadene ninguna de las circunstancias indicadas.
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