Los trastornos mentales comunes que suelen pasar desapercibidos son aquellos que, por sus síntomas sutiles o socialmente aceptados, no reciben la atención adecuada.
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Entre estos, la ansiedad generalizada destaca como uno de los más frecuentes. Las personas con este trastorno experimentan una preocupación excesiva y constante por situaciones cotidianas, lo que puede afectar su calidad de vida. Sin embargo, muchas veces se interpreta como "nerviosismo normal" o estrés, lo que dificulta su diagnóstico temprano.
Otro trastorno común que pasa desapercibido es la depresión leve o distimia. A diferencia de la depresión mayor, sus síntomas son más moderados, pero persistentes, lo que puede hacer que la persona afectada se acostumbre a sentirse desmotivada, fatigada o triste, sin reconocer que padece una condición tratable. Esto puede llevar a largos periodos de sufrimiento sin buscar ayuda.
El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en adultos también es un ejemplo de condición mal diagnosticada. Aunque suele asociarse a la infancia, muchas personas adultas lo padecen y lo confunden con simple falta de organización o distracción. La falta de atención, la impulsividad y la dificultad para completar tareas pueden afectar el desempeño laboral y personal, pero se suele atribuir a la pereza o falta de disciplina.
Finalmente, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) en formas leves puede ser confundido con manías o perfeccionismo. Quienes lo padecen pueden sentir la necesidad de repetir comportamientos o tener pensamientos intrusivos, lo que afecta su bienestar. Sin embargo, al no ser tan evidentes, estos síntomas pasan desapercibidos o se normalizan.
Es crucial reconocer que estos trastornos, aunque sean comunes o parezcan inofensivos, pueden tener un impacto significativo en la vida de quienes los padecen.
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