Le está costando, pero con paso lento (no me atrevo a decir que también seguro) Nintendo va afianzando un pequeño hueco para Wii U. El último movimiento, quizá el más importante hasta el momento, ha sido el lanzamiento de Pikmin 3, que se ha hecho de rogar pero finalmente ha visto la luz.
No podemos decir que esta “nueva” obra de Miyamoto sea prodigiosa, pero sí es un gran juego, un título inteligente, bonito y divertido con cualidades más que de sobra para enganchar al jugador nintendero tradicional. No deslumbra, pero su luz es intensa y no titila.
Sin embargo, sorprende que un videojuego tan peculiar, tan poco enfocado al gran público, se haya convertido de repente en la baza más sólida de la consola de sobremesa de Nintendo. La situación de Wii U es tan extraña (intento evitar la palabra “precaria”) que un juego de estrategia protagonizado por bichitos de colores en entornos agrestes ha llegado a convertirse en la gran esperanza verde, roja o arco iris (que cada uno elija) del catálogo actual de la máquina.
Los Pikmin se están encargando de proporcionarle sólidas raíces a Wii U, pero ellos solos no pueden hacer todo el trabajo. Por fortuna, Luigi ha llegado para echar una mano. Y he aquí otra buena nueva inesperada: el primer DLC desarrollado por Nintendo, New Super Luigi U, ha resultado ser un producto de notable alto.
El contenido adicional de New Super Mario Bros. U, disponible tanto en formato físico como mediante descarga, añade 80 nuevos niveles muy dinámicos, variados, más complicados de lo habitual y con un diseño magistral, propio de los mejores ramalazos de la gran N.