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Twitter está elaborando nuevas normas sobre publicidad y mensajes abusivos y de odio, pero eso es apenas la mitad de la batalla, y además la mitad más fácil.
Más difícil es aplicarlas, y en esto la empresa ha cometido últimamente varios errores de gran repercusión. Uno de ellos fue la muy criticada suspensión de la cuenta de la actriz Rose McGowan cuando denunció al productor de cine Harvey Weinstein. La otra fue su prohibición, anulada luego, de un aviso publicado por un candidato a senador republicano que mencionaba “la venta de órganos de bebés”.
Estas volteretas sugieren que Twitter no siempre sabe comunicar la intención de sus normas a la gente encargada de aplicarlas. En el caso de McGowan, se trató de la mera aplicación de la norma sobre privacidad que prohíbe incluir un número de teléfono privado en un tuit. Pero quienes la aplicaron aparentemente no tuvieron en cuenta el papel central de McGowan en las denuncias por abuso sexual contra Weinstein. La consiguiente indignación obligó a la red social a restaurar la cuenta de la actriz.
Twitter tiene usuarios “provenientes de muchas partes distintas del mundo con distintos contextos”, dijo Emma Llanso, directora del Proyecto de Libertad de Expresión del Centro para la Democracia y la Tecnología. “Probablemente es imposible tener un conjunto de normas que funcione en toda ocasión. Decididamente se cometerán errores”.
La empresa dijo que expresará “con mayor claridad estas normas y decisiones en el futuro”.
2017-10-27