María Gabriela Fernández
Almuerzos, flores y prendas no son los regalos que piden todas las madres venezolanas en este día especial. Las protestas que vienen ocurriendo en el país desde hace tres meses han dejado un saldo de 42 personas fallecidas, lo que se traduce en esa misma cantidad familias disgregadas. Además, desde el pasado 4 de febrero hasta la fecha, han sido detenidos 2.856 ciudadanos y, de ellos, 148 permanecen privados de su libertad en distintos centros de reclusión, según cifras ofrecidas ayer por la dirigencia del Foro Penal Venezolano.
Así, cuando las madres de estos jóvenes son consultadas al respecto, dicen tener pocos motivos para celebrar este domingo y expresan en cambio que, como único regalo, esperan hallar pronta justicia en el caso de sus hijos y atención a los expedientes del resto de las víctimas de las protestas, o de la represión.
La madre de Bassil Dacosta, asesinado; de Moisés Guanchez y de Juan Manuel Carrasco, sometidos a tratos crueles e inhumanos; de Alfredo José Jaspe, quien se encuentra detenido en El Rodeo 2; y la madre de un Guardia Nacional asignado para prestar servicios en las manifestaciones estudiantiles, coinciden en algo: Todas narran los hechos desde su óptica, pero se muestran solidarias con el dolor de las otras mujeres. Al ser consultadas, confiesan
que esperan que el país se encauce en un rumbo positivo y que la paz se imponga en las relaciones entre venezolanos. Cada una de ellas demuestra, con su preocupación y sus lágrimas, que el amor de madre se crece en los momentos de dolor, de angustia y hasta de muerte.
Jeneth Frías, madre de Bassil Dacosta
“Lo primero que voy a hacer es ir al cementerio”
A sus 45 años, Jeneth Frías conoció el dolor de perder a un hijo. Bassil Dacosta, segundo de sus tres muchachos, fue también la segunda de las víctimas mortales que cayeron durante las protestas en el país. Lo asesinaron de un tiro en la cabeza, en la Candelaria, durante aquellos hechos, aún confusos, de conmemoración del Día de la Juventud.
“Él era mi único varón, el que siempre estaba. Yo le decía echando broma que se buscara una esposa y él decía que él no me iba a dejar sola, que solo nos iba a separar la muerte. Así fue”.
Cuando se enteró de lo que le había ocurrido a su hijo, Frías entró en un ataque de nervios. “Se me vino el mundo encima, me tuvieron que sedar hasta el día siguiente. No hay un dolor más grande en el mundo que ese”. Aquel día ella debía ser operada de una dolencia que padecía desde hacía cuatro meses. “Esperé mucho tiempo porque en el hospital no había insumos. Cuando por fin me iban a atender, me tuvieron que sacar porque se había contaminado el quirófano. A las 4:00pm del 12, justo cuando salí, me dieron la noticia”.
Sin fiesta. Aunque han pasado tres meses, la tristeza de Frías sigue intacta. Recuerda a Bassil con ternura y la voz se le quiebra en el teléfono al nombrarlo. Lo describe alegre, atento. Se refiere a él con las palabras de quien habla de lo sagrado.
Este domingo será el primer Día de la Madre que pasará sin el joven. “Para mí no hay celebración”, declara. Su hija menor le pidió aceptar un almuerzo juntas; sin embargo, la mujer se propuso a acudir antes a un encuentro con Bassil: “Lo primero que voy a hacer es ir al cementerio”.
Frías ha sido siempre una mujer de trabajo. “Yo saqué a mis hijos adelante a fuerza de brazo y secador, en la peluquería que hice en mi casa”.
Desde su vivienda, en la que aún presta servicios, les envía un mensaje a las madres: “ya no se trata de bandos, tenemos que unirnos para trabajar por Venezuela. A las que aún tienen a sus hijos, les digo que los abracen y defiendan. Ya basta de represión, a los políticos no les importa el dolor de las madres”.
Rebeca gonzález, madre de Juan Carrasco
“Vi cómo le daban cachazos a mi hijo”
“Tal como están las cosas, no tengo motivos para celebrar. Lo que pasé y sigo pasando es muy duro; y solo de saber que todavía hay madres qué tienen a sus hijos presos o heridos, o que no saben dónde están, no puedo ni andar tranquila”. Así respondió Rebeca González al ser consultada sobre el Día de la Madre. Esta ama de casa valenciana es la progenitora de Juan Manuel Carrasco, el joven de 21 años quien denunció haber sido golpeado y abusado
con un fusil por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana cuando fue detenido, el pasado 13 de febrero.
“Aquellos días fueron terribles para toda mi familia. Yo me enteré de lo que había pasado porque un soldado llamó a mi esposo. Antes no sabíamos ni dónde estaba”. Recuerda que, desde entonces, todo fue una seguidilla de rumores, temores, ruleteos y maltratos. Dos veces pudo hablar con él por teléfono el 14. “Primero me pedía ayuda para la muchacha que estaba con él, que él creía que estaba muerta. Después, solo me decía que me amaba (…)_yo vi cómo le daban cachazos a mi hijo y a los demás muchachos. González aún recibe
mensajes con amenazas y el caso de su hijo sigue abierto en tribunales. “Lo que pido en esta fecha es justicia. Nadie va a traer a la vida a los que fueron asesinados, pero sí pueden liberar a los detenidos”, dice González.
Mónica Díaz, mamá de Moisés Guánchez
“Los perdigones cayeron a dos o tres centímetros de matarlo”
“Yo siento que Dios me dio una segunda oportunidad. Tristemente, como están las cosas, uno como madre termina hablando así: a mi hijo lo detuvieron injustamente, lo hirieron de gravedad, pero no lo perdí. Son sentimientos contradictorios: feliz porque lo tengo, y triste y solidaria con las otras mujeres que perdieron a sus hijos, o que los tienen presos u hospitalizados en esta fecha”. Mónica Díaz es madre de uno de los jóvenes cuyo caso fue
aprobado por la Fiscalía para su investigación como víctima de presuntos tratos crueles e inhumanos. Moisés Guánchez, su hijo, salía de su trabajo en el Centro Comercial La Cascada, en Carrizal, el pasado 5 de marzo cuando fue abordado por guardias nacionales. Los funcionarios le dispararon cinco perdigones en la ingle.
Un médico le avisó a la mujer que el joven de 19 años había sido ingresado al Hospital Victorino Santaella, de Los Teques. Cuando llegó, su hijo ya estaba en quirófano. “La doctora me dijo después que estaba muy delicado. Los perdigones cayeron a dos o tres centímetros de matarlo, perdió mucha sangre (…) y los que conocen de Derechos Humanos saben que la zona en la que le dispararon a Moisés tenía una intención”.
Díaz cuenta que su hijo ha sido sometido a dos intervenciones quirúrgicas y que sigue de reposo, recuperándose de las heridas.
“Como madre, siento miedo. En este momento hay mucha inseguridad en la calle y a eso se le suma el temor de que su historia pueda repetirse”, declara, al tiempo que llama a las madres de las víctimas a ser “las defensoras de la justicia en los casos de sus hijos”.