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Hay de todo menos en los bolsillos

Viernes, 07 de febrero de 2020 a las 08:00 pm
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El venezolano ha tenido que a ir cambiando sus hábitos, necesidades y costumbres porque la situación actual de Venezuela lo obliga. No alimentarse con proteínas, dejar de tomar medicamentos o abandonar prioridades personales por las familiares es lo que hace la gente para adaptarse a la nueva realidad.

Los casos más preocupantes son las personas con enfermedades como la hipertensión y la diabetes, que dejan de poder costear sus tratamientos y recurrieron a opciones naturales o definitivamente no controlarse la afección.

“Yo sufro de la tensión y soy pensionada. Más allá de ese dinero, limpio en casa de una licenciada dos días al mes; y algunos fines de semana que tengo para invertir, hago helados de vasito y los vendo en un campo de béisbol.

Pero honestamente no tomo mi pastilla, lo que hago es comprar ajo y un diente grande, lo parto para que me rinda para dos días porque está caro. Así me controlo, con medicina natural porque no me alcanza la plata”, dijo Mariela Sojo de 65 años.

Un caso similar es el de Andrés Acevedo. Tiene 48 años y ha vivido con diabetes desde la adolescencia. “No me estoy inyectando porque la insulina no se consigue y cuando se consigue tiene precios incomprables, no puedo. Tengo que mantener a mis dos chamos”.

“Gracias a Dios soy deportista y corro una hora diaria desde hace más de un año. Trato de alimentarme con verduras, huevos y pollo; en una porción reducida pero sale más barato comprar proteínas que insulina. Hasta el momento no me ha dado nada, ni que me dé tampoco”, expresó.

Otros cambiaron los “gusticos” como aquellos paseos al cine, salidas a comer en familia o pareja; o simplemente comer embutidos y algunos cortes de carne, tuvieron que ser disipados pues ya no hay tanta cobija para arroparse. “Con sinceridad, tuve que abandonar mi arepita con mayonesa y queso amarillo, ahora solo es arepita con lo que se pueda. La mayonesa hace rato pasó los 100 mil bolívares y el queso amarillo ni hablar, por encima de los 900 mil lo vi en Catia”, comentó Migdalia Fajardo, de 50 años.

José Alberto Martínez, estudiante de Derecho, afirmó que hace el esfuerzo de invitar a su novia a comer helados porque no puede llevarla al cine mensualmente. “No todo el tiempo pero es más accesible invitarla a comer una paleta o unas galleticas, que llevarla al cine porque para ir al cine necesito como 500 mil bolívares y comprando casi nada, eso para un chamo de 24 años que estudia y trabaja es demasiado dinero”.

El venezolano no se rinde y continúa de pie ante la adversidad, aunque ha tenido que cambiar algunos hábitos y necesidades, para “adaptarse” a condiciones que algunos expertos consideran inhumanas y que en ocasiones ponen en riesgo la salud de los criollos.

2020-02-07

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