Nuestra Señora de la Divina Providencia es una advocación mariana originaria de Italia, cuyos inicios se remontan al siglo XIII.
Hoy es la devoción mariana más importante de Puerto Rico. El Papa San Pablo VI la declaró “Patrona principal de la Nación puertorriqueña”, el 19 de noviembre de 1969. En aquella oportunidad, el Papa decretó que el día de su celebración pase del 2 de enero, aniversario de la llegada de la primera imagen, al 19 de noviembre, día en que fue descubierta la isla de Borinquen (Puerto Rico), durante el segundo viaje de Colón a América.
La intención del Papa fue unir los dos grandes afectos de los puertorriqueños: el amor por su tierra y el amor por la Madre de Dios.
La historia de Nuestra Señora de la Divina Providencia en Puerto Rico empieza a mediados del siglo XIX, cuando el recién nombrado Obispo de Puerto Rico, Mons. Gil Esteve y Tomás, trajo consigo esta devoción, cultivada desde sus años de seminarista. El prelado, en aquel entonces, puso su diócesis en manos de la Divina Providencia, cuando al arribar vio la catedral en ruinas y que la pobreza campeaba entre los habitantes.
Gracias a la intercesión de la Virgen, los esfuerzos del obispo dieron fruto rápidamente y en menos de cinco años logró la reconstrucción total de la catedral. Para presidir la nave central, Mons. Esteve mandó tallar una imagen de la Divina Providencia a Barcelona (España), la que permanece en el templo (Catedral Metropolitana de San Juan de Puerto Rico) hasta el día de hoy.
La imagen de Nuestra Señora de la Providencia muestra a la Virgen María sentada con el niño Jesús durmiendo en su regazo, mientras sujeta entre sus palmas la manita izquierda del pequeño Jesús, en posición de oración.
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