DPA
Al cumplirse un año de la muerte del mandatario Hugo Chávez el próximo miércoles, el muro de la división de los venezolanos, entre partidarios y opositores del gobierno bolivariano, luce sólido y con más ladrillos que el que levantó el "comandante" durante 14 años.
Su sucesor, el presidente Nicolás Maduro, ha dedicado gran parte de sus 10 meses en el gobierno a estimular la división con diversos mecanismos, incluyendo duros epítetos contra la oposición, que van desde "parásitos" hasta "nazis".
Chávez, que murió el 5 de marzo de 2013 tras una larga lucha contra el cáncer, logró dominar el poder como nunca en la historia del país, sacando provecho de la polarización en las contiendas electorales, con duras arremetidas contra la oposición y el "imperio" estadounidense.
"La realidad de Venezuela es hoy como sería la de una casa donde la familia está dividida" |
Durante los 14 años de mandato del líder bolivariano, los empresarios locales recibieron el mismo o peor trato que la oposición política, lo que vulneró la producción local y llevó a extremos la desconfianza en la economía.
La estrategia de la división le funcionó para la mayoría de los eventos electorales, con un único revés en 2007 en un referéndum sobre una reforma constitucional.
La polarización tuvo un episodio de primera línea en abril de 2002, cuando un intento golpista sacó a Chávez del poder por 48 horas y en su retorno radicalizó la revolución bolivariana.
Años después se multiplicaron las denuncias sobre el uso como forma de presión de la lista de venezolanos que firmaron la solicitud de referéndum sobre el mandato de Chávez en 2004, para privarlos de empleos y contratos con el gobierno.
El grado de división del país quedó de manifiesto en las elecciones que sucedieron a la muerte de Chávez. En abril de 2013, Maduro venció al opositor Henrique Capriles por una diferencia de 1,5 puntos porcentuales y las dudas que no fueron aclaradas por el sistema electoral profundizaron la desconfianza.
En sus 10 meses de gobierno, Maduro acentuó la estrategia, equiparando a la oposición a la "antipatria" e insistiendo en que el proyecto nacional es el socialismo, aunque la tormenta económica que se venía formando desde fines de 2012 recomendaba la búsqueda de soluciones a través de un consenso nacional.
En noviembre de 2013, Maduro ordenó una reducción compulsiva de los precios de productos electrodomésticos, textiles y autopartes, utilizando la fuerza pública para supervisar la aplicación de la medida. Dijo que era su respuesta a la "guerra económica" que atribuyó a empresarios especuladores, aliados de la "derecha golpista".
En un intercambio con el cantautor panameño Rubén Blades, Maduro se defendió de sus críticas. El autor de "Pablo Pueblo" dijo que "es verdad que hoy Venezuela no es un país unido".
"La realidad de Venezuela es hoy como sería la de una casa donde la familia está dividida, y existen habitaciones en las que la otra mitad no puede vivir, ni transitar", dijo en una carta a Maduro.
A mediados de febrero, cuando se iniciaron las protestas estudiantiles contra su gobierno, Maduro acusó a la oposición y a la "derecha" de organizar los desórdenes para derrocarlo. Estudiantes universitarios que encabezan las manifestaciones recordaron que en la historia del país sólo los militares han dado golpes de Estado.
En las últimas dos semanas, mientras las protestas se hacían sentir en las calles, los partidarios del gobierno marcharon en Caracas por turnos, desde trabajadores petroleros, mujeres, ancianos y jubilados, motociclistas y empleados de la telefónica estatal Cantv, para manifestarle el respaldo al gobernante.
En cada discurso de saludo a las manifestaciones, Maduro tuvo duras expresiones contra la oposición, a la que acusó de haber organizado las protestas con la financiación de Estados Unidos.
La investigadora universitaria Ruth Capriles, autora del "Libro rojo del resentimiento", dijo a dpa que Chávez se propuso "polarizar" Venezuela justo cuando salió de la cárcel tras su intentona militar de 1992, apelando al discurso de la lucha de clases.
"La continuación de la división de la población dependerá sin duda del lenguaje político" |
"La continuación de la división de la población dependerá sin duda del lenguaje político. Si desmontáramos el lenguaje de confrontación creo posible que pudiéramos empezar a caminar hacia la unidad nacional. Pero claro, eso no sería la solución, sino un apaciguamiento del rencor", aseveró.
Venezuela vivió episodios de violencia política en 2002, tras la intentona contra Chávez, pero todos los sectores consideraron alarmistas y sin sentido los augurios de una guerra civil.
Maduro ha insistido que quienes dirigen las protestas contra su gobierno buscan hundir al país en la desestabilización y en una guerra civil, aunque después llamó a la oposición a una conferencia de paz.
Algunos dirigentes políticos creen que llegó la hora de la reconciliación nacional, de la búsqueda de consensos con la alianza opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD).
El último gran acuerdo de gobernabilidad en Venezuela se remonta a 1958, que reunió a los partidos Acción Democrática, el social cristiano Copei y Unión Republicana Democrática (URD) en el llamado pacto de Punto Fijo, a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.
En la primera reunión de obispos en 2014, la Conferencia Episcopal Venezolana insistió en que la "primera necesidad de nuestra patria es el reencuentro de todos, mediante el diálogo y la reconciliación nacional".
El sociólogo y columnista Tulio Hernández señaló a la dpa que en el ambiente político venezolano el único "generador de diálogo es el poder, porque sólo el poder puede propiciarlo".
"¿Cómo hacemos para respetarnos, para no maltratarnos? Venezuela busca un pacto de gobernabilidad desde 1993, pero no lo ha logrado", indicó.
2014-03-02