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La desigualdad de género azota en la cama

Viernes, 14 de agosto de 2020 a las 12:00 am
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Nathalia García | [email protected]

Las relaciones sexuales son parte primordial de la vida en pareja, pero se ven perjudicadas cuando no existe la reciprocidad que le permita a ambos miembros disfrutar al máximo de sus momentos íntimos.  

Los prejuicios, la falta de experimentación, la cotidianidad y las costumbres son un enemigo mortal para cualquier relación, pero la situación empeora cuando esta situación provoca la insatisfacción sexual de una de las partes. 

Tras múltiples estudios de diversas universidades sobre sexualidad y su impacto en las relaciones, la revelación más grande para los expertos es que, en gran parte de los casos, los hombres heterosexuales son quienes dejan de lado la satisfacción de las mujeres. 

El disfrute femenino se obvia, en muchos casos, por factores como la falta de educación sexual, la escasez de comunicación y el pensamiento machista que aún tienen muchas sociedades de que el hombre es el único que debe disfrutar del sexo.

 

DIFERENTES PERSPECTIVAS SOBRE EL PLACER

 

Cuando el conservadurismo en las relaciones era mucho más marcado, la importancia de las relaciones sexuales constituía meramente un fin reproductivo en el que no era relevante el placer sino procrear. 

Esta perspectiva tiene como origen las bases del cristianismo en las que el sexo se ve como algo pecaminoso que no debe ser considerado como un aspecto importante sobre la vida. Aún en esta época, muchas religiones a lo largo del mundo limitan el placer sexual a un acto que debe realizarse solamente para agrandar las familias. 

El impacto de este pensamiento provocó que el sexo tuviese sentido solo cuando el hombre alcanzara el orgasmo, pues es la eyaculación masculina lo que permite fecundar el óvulo. El pene, entonces, se convirtió en el centro del acto sexual. 

Sigmund Freud desarrolló, junto a la teoría de desarrollo psicosexual, la base del los estudios sobre el falocentrismo, una teoría que se centra en que el falo -órgano reproductor masculino- es un símbolo del desarrollo y que las relaciones tanto sexuales como de poder giran en torno a él. 

Debido al impacto del falocentrismo en la sociedad, el orgasmo femenino fue dejado a un lado y gran parte de las generaciones masculinas crecieron con el pensamiento de que el sexo debe centrarse únicamente en el disfrute del hombre.

 

LIBERACIÓN SEXUAL FEMENINA

 

Hace más de 60 años, Alfred Kinsey publicó el libro “Comportamiento sexual de la mujer” (1953), que fue el primero en el que se incluyó un estudio de la psicología femenina a la hora de tener sexo. A raíz del lanzamiento de este libro, inició el movimiento de “liberación sexual”  en el que las mujeres ahora le dan mayor importancia al placer que reciben en sus relaciones. 

Esta revolución trajo consigo, además de eliminar el estigma de la masturbación femenina y la necesidad de más y mejores orgasmos, mayor seguridad para la mujer a la hora de protegerse en los encuentros sexuales. El desarrollo de las píldoras anticonceptivas y la noción de que las mujeres también pueden llevar condones en la cartera sin ningún prejuicio también se dio gracias a esta lucha. 

La exigencia de las mujeres por tener relaciones satisfactorias ahora va más allá del simple hecho de estar con alguien que tenga una buena posición económica y le permita tener estabilidad emocional. La sexualidad ahora tiene mayor importancia para el público femenino, pues muchas entendieron que el sexo es un acto entre dos personas y que, por ende, ambos deben disfrutar al máximo. 

El falocentrismo se dejó a un lado desde que esta revolución abrió las puertas al estudio sobre los beneficios de los juguetes sexuales, los nuevos acuerdos de pareja que incluyen roles más experimentales y la producción de pornografía centrada específicamente en la perspectiva femenina. 

“Ahora la mujer está más abierta a experimentar, como ya conoce su respuesta sexual quiere incorporar nuevas posiciones y elementos en la intimidad, sobre todo en los casos donde está en una relación de pareja estable por mucho tiempo”, asegura la sexóloga Ysabel Velázquez.

 

LOS TABÚES DEL SEXO ORAL

 

Con los estudios sobre el disfrute de las mujeres en el coito se concluyó que una de las prácticas que facilitan la llegada al orgasmo femenino es el cunnilingus. Sin embargo, y a pesar de que el sexo oral ha dejado de ser un tabú en gran parte del mundo, todavía hay muchas personas que no se sienten cómodos realizándolo ni recibiéndolo.

Según investigaciones de la Universidad del Pacífico (Perú) y el London School of Hygiene and Tropical Medicine, las mujeres jóvenes son más propensas a practicar sexo oral cuando su pareja se los solicita.

El estudio de estas universidades también determinó que un alto porcentaje de hombres tiene una percepción negativa sobre los genitales femeninos y que por eso las mujeres dejan de pedirle a sus parejas un cunnilingus. En muchos casos este acto se trata como algo de “mal gusto”, ya que la respuesta masculina es de desagrado hacia la vagina. 

Ysabel Velázquez comenta que los mitos alrededor de la suciedad de la vulva también influyen en esta concepción, pues a las mujeres se les enseña que la vagina requiere jabones especiales para evitar los malos olores y este mito llega también a oidos masculinos, lo que genera esta repulsión. 

Tras una encuesta publicada en redes sociales se pudo constatar que los casos en los que el hombre se niega a realizar esta práctica sexual son más comunes de lo pensado. “Mi ex novio no lo hacía y la justificación que me dio es que no le gustaba la sensación de hacerlo porque le generaba incomodidad”, respondió una de las encuestadas.

Otra de las participantes de la encuesta acotó que, pese a que su novio sí lo hace, es más por compromiso que por una decisión propia. “Mi pareja lo hace porque a mí me gusta, pero varias veces me ha dicho que preferiría no hacerlo porque le da asco”, comentó.

En estos casos se nota que no siempre el placer es equitativo en las relaciones. Una de las quejas más comunes fue que las mujeres tienden a ser más abiertas a esta práctica sexual que sus parejas, algo que genera incomodidad en muchas. 

“Estuve con alguien que muy pocas veces mostraba el interés de hacerlo, pero le fascinaba que yo se lo hiciera a él”, aseguró otra encuestada. La falta del interés y de comunicación por parte de sus parejas también provoca inseguridades sobre si existe algo malo en el cuerpo femenino. 

 

LAS INSEGURIDADES DEL MAL SEXO

 

Además del daño a la relación, la autoestima de las personas se puede ver afectada si nota que a su pareja le disgustan aspectos de su cuerpo o que simplemente el deseo entre ambas personas no es recíproco del todo. 

“Es incómodo porque hay cosas que yo hago buscando el placer de mi pareja pero no es recíproco. Eso me hace sentir que hay algo mal con mi cuerpo porque me provoca incomodidad conmigo misma y con mi relación”, comenta una de las personas encuestadas.

La pornografía también creó una concepción errónea respecto al cuerpo femenino, pues la mayoría de actrices de películas eróticas tienen cuerpos trabajados y genitales que, además de cumplir con estándares de belleza que pueden llegar a ser irreales, son editados en posproducción para verse más atractivos en pantalla. 

El alto consumo de pornografía por parte del público masculino crea expectativas difíciles de alcanzar, sobre todo para sus parejas. Por ser una de las principales fuentes de educación sexual, esta idea de que los cuerpos son estéticamente perfectos y que todas las vaginas son pequeñas y rosadas solo sirve para fomentar aún más las inseguridades. 

En este sentido, la consecuencia de la falta de comunicación de las parejas para que ambos se sientan cómodos con ellos mismos y con el placer al que ambos aspiran llegar podría resultar incluso en un punto de quiebre de la relación. 

 

DETONANTE DE RELACIONES

 

Para Velázquez, la falta de sexo podría ser un detonante en las relaciones pues “lo que diferencia entre un par de amigos de una pareja es el sexo. El sexo fortalece el vínculo amoroso, crea un espacio de intimidad sólo de dos, genera complicidad, nos permite ser vulnerables y auténticos”.

El paso previo para que ambas partes puedan disfrutar plenamente es que cada quien conozca su cuerpo, sus fantasías y lo que les gusta para luego poder comunicárselo a su pareja y que lleguen a un acuerdo en el que ambas partes se sientan satisfechas con su sexualidad.

A pesar de que algunas prácticas sexuales aún se consideran un tabú, es importante que las parejas conversen sobre lo que más les excita para entender la posición del otro y que la comunicación ayude a que su relación sea más estable. 

 

2020-08-13

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